Biografías

Hernán Méndez Castellano: “el venezolano tiene más virtudes de las que cree”

https://doi.org/10.54624/2021.34.2.006

Hernán Méndez Castellano

El primero de noviembre de 1915 en la Venezuela de Juan Vicente Gómez, nace Hernán Méndez Castellano (HMC) en la ciudad de Trujillo, estado Trujillo. Hijo de Amelia Castellano oriunda de Boconó y José Atilio Méndez nacido en Mendoza Fría. Es el segundo de siete hermanos.

Cuando apenas tenía 10 años de edad, ocurre la muerte prematura de su madre a los 33 años por un error de diagnóstico de fiebre puerperal, cuando en realidad tenía paludismo, decidió su motivación “para ser médico”.

Aun siendo un niño, comienza a trabajar como telegrafista mientras estudiaba en el liceo de su ciudad natal. Sin embargo, este joven cuando el Coronel José Atilio Méndez, de manera inconsulta, lo lleva ante uno de los caudillos prominentes del estado Trujillo y le dice sin preámbulos: “General, aquí le traigo un soldado para la patria”, este se sorprende y lo encara con esta pregunta ¿dime, hijo, de verdad qué es lo que tú quieres ser? La respuesta del adolescente es firme, “Soldado no... General, quiero ser médico”. En 1931 se gradúa de bachiller y un año después, se vino a Caracas para realizar el curso propedéutico de medicina. Las dificultades económicas lo hacen regresar a Mérida para cursar los primeros años de la carrera médica y en 1935 vuelve a Caracas para continuar sus estudios. En su empeño por alcanzar su meta, durante toda la carrera se mantuvo trabajando y así superar las limitaciones económicas. En 1939 como integrante de la Promoción “Dr. J.T. Rojas Contreras” se gradúa de Doctor en Ciencias Médicas en la Universidad Central de Venezuela con la tesis “Primer caso por Plasmodium Ovale en Venezuela”. El ambiente que lo rodeó en la niñez y la adolescencia fue determinante en la forja de su pensamiento único y plural, y más de una vez lo proclamó de viva voz... el hombre es único y múltiple, cerrado y abierto. El hombre debe ir en busca de lo universal...”HMC., 1995.

La difícil infancia posiblemente revistió de adustez aparente su alma de hombre sensible y cultor del amor, música, pintura, lectura, fotografía artística y jardinería. En una de sus reflexiones decía “Tuve una educación gratis desde primaria hasta postgrado lo que he tratado de devolver a Venezuela con mi vida y mi experiencia.”

Antes de graduarse participó en el primer curso de malariología que se realizó en el país, organizado por Alberto J. Fernández con Martin Mayer, de Hamburgo, quien redactó una carta de reconocimiento por el hallazgo del Plasmodium Ovale. Allí lo califica como “Novel Investigador”, Fernández la rompió advirtiéndole que eso “envenenaría su vida” y la sustituyó por otra en la cual se reconocía su contribución a este descubrimiento; HMC nunca olvidó esta lección de humildad.

Estableció una sólida amistad con su compañero de estudios Ricardo Hernández Rovati y conoce a su hermana María Cristina doctorada en filosofía y letras, con quien se casa el 25 de noviembre de 1939. La presencia de María Cristina, su compañera durante 64 años llenó su vida con un inmenso amor al mismo tiempo que compartían sus inquietudes intelectuales. De esta unión nacieron cinco hijos Alexis (ingeniero civil), Hernán (ingeniero de computación), Ricardo (médico), Mariela (odontóloga) y María Cristina (psicóloga).

Al final de la carrera fue interno en el Psiquiátrico, asignado al artista Colina, quien en ese momento estaba esculpiendo “La Negra Matea”. Años después le entregaría al Dr. Pastor Oropeza una foto de esta, para que se usara en el logotipo de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría.

Entre 1940 y 1944 ejerció como médico en los campos petroleros de Cabimas y Lagunillas en la Costa Oriental del Lago de Maracaibo, experiencia que lo orientó hacia la medicina social, quizás estimulado por sus pacientes que lo consideraban un médico “distinto” debido a que se interesaba no sólo por el enfermo, sino también por la familia y los problemas sociales.

Regresa a Caracas y en 1945 ingresa al Instituto Nacional de Puericultura y Pediatría (INPP) donde permanece hasta 1949, cuando viaja a Francia a trabajar en el Hôpital des Enfants Malades, y en Zurich, Suiza, con el Dr. Guido Franconi, el mejor pediatra y endocrinólogo del momento, en el Kinderspital.

A su llegada a Venezuela es nombrado director del INPP (1950-1957). Entre 1957 y 1959 preside la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría; en el último año organizó el 20º aniversario de esta institución, al cual vino como invitado especial el Dr. Guido Franconi, su maestro de Zurich. En el discurso de orden el Dr. Gustavo H Machado afirmó: “Cuando Méndez Castellano le coloca el estetoscopio en la espalda a un niño, está auscultando a Venezuela”.

En la Universidad Central de Venezuela (1946-1977) como miembro del personal docente de la Facultad de Medicina, fue un maestro dedicado a la formación de pregrado y postgrado en la Cátedra de Clínica de Pediatría y Puericultura, donde llegó a Profesor Titular en 1960. Además fue profesor de la Facultad de Economía en las Cátedras de “Problemas Sociales en Venezuela” y “Delincuencia Juvenil”.

En 1956 asiste a un curso en el Centro Internacional de la Infancia en Paris sobre la conducta del niño basada en su medio ambiente. Durante la discusión, HMC sostuvo que el pediatra debería estar preparado para identificar precozmente las desviaciones de la conducta del niño y prevenir los problemas psiquiátricos. Esta visión integral de la salud biopsicosocial del niño y su entorno, en especial dentro de la familia, es la doctrina que va a sostener durante toda su vida.

Se desempeñó como secretario general del Consejo Venezolano del Niño entre 1958 y 1969 a petición del Dr. Gustavo H. Machado. El estrecho vínculo entre estos dos eminentes médicos consolidó el concepto de prevención y permitió la expansión de los programas de este instituto.

De regreso al INPP en 1960, asume la Jefatura del Departamento de Preescolar de la División Materno-Infantil. En 1968 es nombrado Director Fundador del Centro Piloto Clínico Nutricional de Caracas (INN): Centro Clínico Nutricional “Menca de Leoni” donde hace prevalecer su teoría de que un centro de recuperación nutricional debe orientarse hacia la prevención, educación e investigación más que a la hospitalización.

En el año 1964, junto a su compañero de promoción Gabriel Barrera Moncada estudia el crecimiento del niño menor de 6 años, y elaboran tablas de talla y peso recomendadas a pediatras y maestros.

A finales de los años 60 e inicio de los 70, comienzan a gestarse los estudios poblacionales que ocuparán el resto de su vida. El Estudio Transversal de Caracas, el Estudio Longitudinal del Área Metropolitana de Caracas y el “Estudio Nacional de Crecimiento y Desarrollo Humanos de la República de Venezuela” (ENCDH), denominado originalmente Proyecto Venezuela.

En 1975 y 1976 preside la Comisión Presidencial para estudiar la creación de un “Centro de Investigación sobre Crecimiento y Desarrollo de la Población Venezolana” integrada por Hernán Méndez Castellano, Mercedes López Contreras, Lila Ruiz de Mateo Alonso, María Carmona de Chacón, Luis Angulo Arvelo, Guillermo Tovar Escobar y Carlos Noguera. El 13 de julio de 1976 se creó por Decreto Presidencial, el Centro de Estudios sobre Crecimiento y Desarrollo de la Población Venezolana (FUNDACREDESA), la cual preside, institución responsable de ejecutar el ENCDH entre 1979 y 1983.

A partir de 1989 se continua la investigación con el “Estudio sobre Condiciones de Vida”. Pero sin lugar a duda, uno de los logros más destacados de la institución ha sido la consolidación del Método Graffar-Méndez Castellano, resultado de más de 25 años de investigación en conjunto con María Cristina de Méndez.

Además fue Miembro del Consejo Superior del CONICIT (1984-1988), Presidente del Consejo Nacional para el Seguimiento y aplicación de los Programas Sociales del Ejecutivo Nacional desde 1991, Miembro del Consejo Nacional de Salud desde 1994 y Asesor del Consejo Nacional de Alimentación desde 1994.

El 23 de marzo de 1995 ingresó como Miembro Correspondiente Nacional por el Distrito Federal a la Academia Nacional de Medicina y el 15 de mayo de 1997 como Individuo de Número ocupando el Sillón Nº XI.

El ENCDH es la más científica, completa y trascendente investigación social que se haya hecho en el país en el siglo XX y es, a la vez, el legado más importante del Dr. Hernán Méndez Castellano y de sus colaboradores para los estudiosos del hombre como “animal social” en Venezuela y el mundo. “...Esa inmensa radiografía integral de la población venezolana permitió a los investigadores desarrollar una metodología propia, el ansiado índice de calidad de vida que los investigadores sociales siempre habíamos buscado”. H.M.C., 2001

Cuando el filósofo español José Ortega y Gasset asomó el principio “yo soy yo y mis circunstancias”, de enorme trascendencia histórica y existencial, estaba también dándole el más sólido espaldarazo a la concepción filosófica de la medicina social, la que se ocupa no sólo del hombre enfermo sino también de sus circunstancias familiares, laborales, sociales, culturales y ambientales. El Dr. Méndez Castellano, decidido cultor de esta posición de pensamiento, en el VI Congreso Internacional de Auxología (Madrid, 1991) afirmó “...el ser humano adulto, en lo que concierne a lo biológico, es el resultado de la interacción entre su patrón genético y los factores ambientales y socioculturales que pueden actuar de una manera favorable o desfavorable a todo lo largo de su crecimiento y desarrollo bio-psico-social”

A continuación un resumen de la entrevista realizada por Marlene Rizk publicada en Anales Venezolanos de Nutrición (2003), titulada “Su última entrevista: Lo que pensaba Hernán Méndez Castellano”

“Venezuela tiene la suerte de haber contado con personajes que son irrepetibles. Uno de ellos, el eminente médico pediatra Hernán Méndez Castellano, fue de esos profesionales de la medicina que no se conformó con ejercer simplemente desde un consultorio médico, sino que estableció junto con sus investigadores las desigualdades económicas, culturales, biológicas y sociales en nuestro país y contribuyó a determinar las características de los cinco estratos sociales que conforman la población venezolana”.

El eminente pediatra trujillano, quien había recién cumplido 87 años el primero de noviembre del 2002 y que coincidencialmente, los celebró el mismo día que se creó la Cátedra de Desarrollo Humano en la UCV que lleva su nombre, siempre le brillaban sus grandes ojos verdes cuando tocaba el tema de los niños, su gran pasión desde que era joven.

Aparte de sus 5 hijos habidos del matrimonio, tenía otro consentido que era Fundacredesa, institución creada por él y que unos días después de su muerte, cumplió 27 años de fundada. Desde esta institución, pudo hacer una radiografía de la Venezuela de estas últimas décadas y las desigualdades económicas, culturales, biológicas y sociales que aquejaban la sociedad.

En una de las últimas entrevistas que le hicimos en Fundacredesa con motivo de haber sido designado por la Organización Panamericana de la Salud como uno de los Héroes de la Salud Pública Nacional, hizo unas reflexiones que todavía tienen vigencia y a pesar de la negatividad que existe entre nosotros, para él, “el venezolano tiene más virtudes de las que cree”. A continuación transcribimos parte del texto con algunas de sus impresiones personales que tuvo en relación a nuestra sociedad y que pueden llamarnos a la reflexión.

¿Cómo quisiera ver usted al venezolano? El venezolano tiene una serie de virtudes que las ha transformado negativamente en defecto. El venezolano es trabajador y sin embargo, mucha gente dice que es flojo. Pareciera que hubiera un interés por minusvalizarlo y él se presta para eso. Pero hay algo raro en la personalidad nuestra y es que tratamos de destruir lo bueno que tenemos, mientras que todo el mundo trata de exagerar lo bueno que tiene.

¿Cómo considera que está nuestra sociedad?. No hay diferencia entre un niño que tiene una bronconeumonía y otro al que estemos educando mal y pueda convertirse en un desadaptado social. Yo diría que la morbilidad y la expectativa de vida son los mejores indicadores del estado de salud de una sociedad. Duele, por ejemplo, que un niño del estrato V, está condenado a vivir 10 años menos que un niño que nazca en el estrato I. Mientras los niños de los estratos más altos se enferman en un porcentaje de 4% o 5 % en un periodo de 6 meses, 60 % de los niños de los estratos IV y V han estado infectados de diarrea y otras enfermedades que tienen que ver con las condiciones precarias del medio social. No le gustaba hablar de pobreza sino de carencia y calidad de vida adecuada “Y cuando hablamos de que el estrato V tiene un máximo de pobreza, estamos hablando que tiene un máximo de carencias físicas, intelectuales y sociales. Si tiene una casa que no le sirve para nada, está limitado; un nivel educativo que no le da instrumentos para salir de esa cuota de vida mala que tiene y encima su pareja que lo acompaña, tampoco tiene un nivel cultural adecuado que le permita sobrevivir, entonces, esta pobreza se reproduce’’ Méndez Castellano se consideraba como un hombre con suerte. “Mis padres me enseñaron unos principios que me marcaron, principalmente el de ser solidario. Me impresiona cómo se han ido acabando los principios y la falta de palabra. Ahora no se cree en nada. El hombre se volvió agresivo y dejó de creer en sí mismo’’

Entre los reconocimientos se encuentran el Premio Nacional de Pediatría “Pastor Oropeza”, las Condecoraciones, José María Vargas (Primera Clase), Trujillano del Año (1987), Cristóbal Mendoza (Primera Clase), Hijo Ilustre de Trujillo (1989), Medalla de la Salud Arnoldo Gabaldón (Primera Clase), Dr. Pastor Oropeza, Honor al Mérito Ciudadano. Las Órdenes, Mérito al Trabajo (Primera Clase), Andrés Bello (Primera Clase), Libertador (Grado de Comendador en 1991), Gran Oficial del Libertador en 1998), Sol de Carabobo (Grado de Gran Oficial), Mérito Francisco Hernández (Federación Panamericana de Asociaciones de Facultades y Escuelas de Medicina) y Héroe de la Salud Pública Nacional (Organización Panamericana de la Salud).

El Dr. Hernán Méndez Castellano falleció el 8 de julio del 2003, a la edad de 87 años. Cuando recibió la designación como Héroe de la Salud expresó: “Para mi este reconocimiento significa que cumplí con mi deber”.

Su Proyecto de vida deja una gran huella que perdurará en la memoria de la Sociedad Venezolana. Su valentía para denunciar y alertar sobre los grandes problemas biológicos, psicológicos y sociales del país, servirán de referencia para las nuevas generaciones de trabajadores de la salud e instituciones que se ocupan del niño y su entorno familiar y comunitario. Ya para el año 1997 el Dr. Domingo Maza Zabala, señalaba que el tema expuesto por Hernán Méndez Castellano en su discurso de incorporación como individuo de Número de la Academia Nacional de Medicina, versaba sobre el conocimiento de la sociedad venezolana del siglo XXI. “Nuestra sociedad padece la ampliación y profundización de la brecha que separa al estrato más favorecido de los menos favorecidos. Los estratos medios de la población –calificados genérica y convencionalmente como clase media-y que desempeñan el papel de estabilizadores, en lo económico, lo social, lo cultural y lo político, registran un descenso en su significación dentro de la estructura social”. El mejor homenaje que le podemos hacer a este venezolano ejemplar, es tomar sus experiencias y aplicarlas a la situación actual del país.

El Dr. Hernán Méndez Castellano falleció el 8 de julio del 2003, a la edad de 87 años.