Artículo Original

Las precarias condiciones de alimentación de los venezolanos. Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2017

Maritza Landaeta-Jiménez1, Marianella Herrera Cuenca1,2, Guillermo Ramírez3 y Maura Vásquez3

Resumen

En la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI 2017), las características de la alimentación se obtienen mediante los patrones de compra de alimentos de los distintos grupos de la población según niveles de pobreza, y a través de la identificación de la severidad de la inseguridad alimentaria, los hábitos de alimentación dentro y fuera del hogar y las implicaciones que ellos tienen sobre el bienestar de los adultos. En 2017 continua la tendencia regresiva en la compra semanal de alimentos, esta se concentra en cereales 31,3% (arroz, harina de maíz, pan y pasta), tubérculos 9,3%, disminuyen carnes, pollo, leche, huevos, hortalizas y frutas y aumentan tubérculos (yuca) y leguminosas. Se reporta insuficiencia de alimentos y de ingresos (70%), inseguridad alimentaria (80%), presente en estos hogares, donde, la mitad no son pobres y su nivel educativo es medio y alto (empobrecimiento de la clase media), 27% de los entrevistados hacen dos o menos comidas diarias para unos 8,1 millones de personas en situación de hambre. La alimentación ha perdido cantidad y variedad, se ha transformado en una dieta anémica, debido a la ausencia de alimentos fuentes de hierro, zinc, vitamina A, complejo B y otros micronutrientes. En la Venezuela del Siglo XXI, 6 de cada 10 venezolanos perdieron aproximadamente 11 kg de peso en el último año por hambre. En los hogares pobres con inseguridad alimentaria habitan grupos vulnerables niños y mujeres en edad fértil, con grandes carencias alimentarias, de salud, de agua potable y vivienda. que limita los años de vida y compromete el desarrollo. Sin alimentación y sin salud, el desarrollo es imposible. An Venez Nutr 2018; 31(1): 13-26.

Palabras clave: Encuesta nacional de condiciones de vida, alimentación, inseguridad alimentaria, hambre, Venezuela.


Original Article

The precarious food conditions of Venezuelans. National Survey of Standard Living Conditions 2017

Abstract

The characteristics of the diet reported by the National Survey of Standard Living Conditions (ENCOVI 2017), are obtained through the food purchase patterns of the different groups of the population according to poverty levels, and through the identification of the severity level of the food insecurity, eating habits inside and outside the households and the implications that they have on the well-being of adults. In 2017 the regressive trend continues in the weekly purchase of food, which was concentrated in cereals 31.3% (rice, corn flour, bread and pasta), tubers 9.3%, and with a reduction in beef, chicken, milk, eggs, vegetables and fruits and showed an increase in tubers (yucca) and legumes. This study reports insufficient food and income (70%), and food insecurity (80%), present in these households, where half are not poor and their educational level is medium and high (meaning an impoverishment of the middle class), 27% of the interviewees make two or less daily meals, about 8.1 million people in situations of hunger. Food has lost quantity and variety, and has been transformed into an anemic diet, due to the absence of food sources of iron, zinc, vitamin A, B complex and other micronutrients. In the Venezuela of the XXI Century, 6 out of 10 Venezuelans lost approximately 11 kg of weight during the last year due to hunger. Within households with low and very low levels of food security are living vulnerable groups of children, women and men of childbearing age, with severe deficiencies in food, health, access to drinking water and vulnerable housing settings that limit the years of life and compromise the development. Without adequate food and without health, development is unreachable. An Venez Nutr 2018; 31(1): 13-26.

Key words: National Survey of Standard Living Conditions, food, food insecurity, hunger, Venezuela.


  1. Fundación Bengoa
  2. CENDES-UCV
  3. Postgrado Estadística-UCV.
  4. Solicitar copia a: Maritza Landaeta-Jimenez. E-mail: mlandaetajimenez@gmail.com

Introducción

La información recolectada por la Encuesta Nacional sobre Condiciones de Vida 2017 (ENCOVI), coordinada por la Universidad Católica Andrés Bello en conjunto con la Universidad Central de Venezuela, Universidad Simón Bolívar y la Fundación Bengoa por cuarto año consecutivo, permite dibujar una radiografía del tipo de alimentación, de los niveles de inseguridad alimentaria y de los hábitos alimentarios de los venezolanos, todo ello ambientado en el marco de una crisis social y económica sin precedentes (1).

En Venezuela, el año 2017, marca un quiebre social y económico, muy importante por el severo deterioro de las condiciones de vida de los venezolanos, debido a una alta inflación, disminución de la disponibilidad de alimentos y reducción del acceso como consecuencia de la pérdida del poder de compra del salario (2-6).

La dificultad para alimentar a la familia, ha venido reduciendo la dieta a pocos alimentos, de muy baja calidad, variedad y cantidad, con consecuencia muy graves en el estado nutricional de la población más vulnerables, niños, mujeres embarazadas y adultos mayores, quienes desde hace varios años, no pueden cubrir sus necesidades calóricas ni de nutrientes. La alimentación tiene un valor insustituible para la salud y el bienestar, pero en nuestro país la ingesta de alimentos, cada vez es más difícil de alcanzar, situación que se ha venido agravando en los últimos años, siendo más crítica en las regiones más pobres y con mayor inseguridad alimentaria (7,8)

La ENCOVI también ha venido señalando la tendencia regresiva en la compra de los hogares en casi todos los alimentos, muy grave en los alimentos fuentes de proteínas y lácteos, que suplen nutrientes fundamentales para el funcionamiento normal del organismo (2-4). La FAO en su informe de Inseguridad Alimentaria en el Mundo, señala que en Venezuela entre 2014 y 2016 creció el porcentaje de población subalimentadas de 10% a 13%, lo que significa que 4,1 millones de venezolanos se encuentran en situación de hambre (9).

Sin embargo ante esta cruda realidad, las acciones del estado, se orientar a paliar la emergencia, pero no se observa un plan para tratar de buscar soluciones efectivas, mientras tanto, los venezolanos enfrentamos, tal vez, la peor crisis de nuestra historia, con innumerables pérdidas humanas y consecuencias impredecibles para nuestra población.

La inseguridad alimentaria en hogares, unida a la crisis de servicios de agua, electricidad, transporte y vivienda, genera una situación de gran inequidad, el grado de la inseguridad, inestabilidad y violencia que vulnera los derechos sociales y limita la satisfacción del derecho a una alimentación saludable, consagrado en el Artículo 305 de la Constitución Nacional (10).

Estas situaciones que deben afrontar los hogares en su rutina diaria, se aproximan en esta investigación a través de los patrones de compra de alimentos de distintos grupos de la población según niveles de pobreza, la inseguridad alimentaria, los hábitos de alimentación dentro y fuera del hogar y sus implicaciones sobre la salud y el bienestar de los adultos.

Metodología

La ENCOVI 2017, es una aproximación a la realidad del país, a través de un complejo estudio que tiene como objetivo producir información relevante y actual que permita conocer las condiciones de vida de la población venezolana e identificar los principales problemas que vulneran sus derechos esenciales y dar cuenta de las discapacidades socioeconómicas de la población (1).

El tamaño de la muestra total fue de 6.168 hogares, el muestreo fue no probabilístico y por cuotas, restringido en dos etapas, en ciudades grandes, medianas, pequeñas y caseríos. Abarca la totalidad de la población residente en el país, se excluye población indígena, las dependencias, hogares colectivos y población en localidades con menos de 10 viviendas. La encuesta fue levantada en el hogar entre los meses de julio a septiembre de 2017(1).

Las variables de alimentación se focalizan en los hábitos de compra, patrón de alimentación, inseguridad alimentaria, hábitos de alimentación dentro y fuera del hogar y pérdida de peso en adultos y se analizan algunas de sus consecuencias en el bienestar de los venezolanos (2-4).

Para medir algunos aspectos de la seguridad alimentaria se utilizó el módulo corto, de seis preguntas de la Escala de Seguridad Alimentaria (ESA) que aplica el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, para evaluar de manera sistemática el comportamiento de los factores involucrados en la seguridad alimentaria (11). En la elección de los ítems que integran este módulo se tomó en cuenta que es uno de los pilares de la escala Latinoamericana y Caribeña de Seguridad Alimentaria (12).

Las preguntas de la ESA son las siguientes. (Esa.1): Insuficiencia de alimentos por falta de dinero para comprar, (Esa.2): El dinero no alcanza para comprar comidas saludables, (Esa.3): Ha recortado o saltado comidas, (Esa.4): Ha comido menos por insuficiente comida en el hogar, (Esa.5): Ha comido menos por escasez de comida en el mercado y (Esa.6): Se ha acostado con hambre. La escala sumativa varía en el rango de 0 a 6, y para calificar a un hogar con inseguridad alimentaria, se requieren 3 o más respuestas afirmativas, y para seguridad alimentaria se requieren 2 o menos respuestas afirmativas (11,12).

Resultados

Compra semanal de alimentos en los hogares.

Patrón de compra semanal de alimentos en hogares. La composición de la canasta semanal de alimentos en el hogar fue investigada sobre una muestra de 5.959 hogares venezolanos. La mayoría orienta la adquisición principalmente hacia aquéllos alimentos fuentes de energía, tales como el arroz y sus derivados que ocupan el primer lugar en la compra, aproximadamente 80 /c 100 familias adquieren semanalmente este rubro, seguido por la harina de maíz adquirida semanalmente por un contingente relativamente menor de familias (73,6%) y por la harina de trigo y derivados (73,2%), que incluye pan y pastas. Estos tres rubros alimentarios representan la tercera parte (31,3%) del total de productos de la canasta correspondiente a los veinte primeros alimentos reportados semanalmente en la compra (Cuadro 1).

Cuadro 1. Venezuela. Porcentaje de hogares según planificación de la compra semanal de alimentos. Año 2017
Cuadro 1. Venezuela. Porcentaje de hogares según planificación de la compra semanal de alimentos. Año 2017
Fuente: ENCOVI. Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2014-2017. UCAB-USB-UCV. Fundación Bengoa.

En la dieta de los hogares venezolanos de 2017, cabe resaltar el consumo semanal de tubérculos (63,8%) y grasas (49,5%), que ocupan el cuarto y quinto lugar en la canasta semanal, desplazando en intención de compra a los alimentos fuentes de proteínas de origen animal, carnes rojas (39,9%) y aves (34,3%), básicamente pollo. El queso y las leguminosas ocupan el sexto y séptimo lugar (44,1% y 42,6%), en porcentajes superiores a los de años anteriores (Cuadro 1), lo que refiere la búsqueda del consumo de proteínas a partir de fuentes sustitutas. La leche y derivados, alimentos de vital importancia en la alimentación aparecen sólo en el 20% de la intención de compra por los hogares.

El maíz por primera es desplazado del primer lugar por el arroz en la lista de compra, lo que da cuenta de la pérdida de importancia en su consumo. Esta circunstancia en parte se explica por la ostensible reducción de la actividad agrícola en el país, así como por las deplorables condiciones de los canales de distribución, ambas circunstancias anteponiéndose como limitantes de la producción de las harinas enriquecidas con hierro y vitaminas, tradicionales en la industria nacional, para abrir paso a su sustitución por harinas importadas que no satisfacen la demanda nacional del producto, ni compiten con su calidad. Todo lo anterior ha generado un mercado paralelo, en el cual el producto se comercializa a precios inalcanzables para la población de menores recursos.

Otro alimento que forma parte de nuestra cultura culinaria es el tradicional perico que se ha ausentado del desayuno a causa del incremento en el precio de los huevos, con un efecto negativo en la alimentación de la población debido a que en los últimos tiempos las familias más desfavorecida lo utilizaban como sustituto de las proteínas, sin embargo, solamente una tercera parte (33,5%) de los hogares lo incluye en su lista de compra.

La ausencia del consumo de frutas en la mayoría de los hogares es una prueba más de lo inadecuado de la dieta que, bajo las circunstancias actuales, constituye la única alternativa posible para grandes sectores de nuestra población. Sólo 1/c 10 hogares incluye entre sus opciones las frutas y verduras, por lo tanto la dieta que ingieren es pobre en alimentos fuentes de vitaminas y minerales.

Compra semanal de alimentos según niveles de pobreza. Los hogares venezolanos, indistintamente de su condición de pobreza LP, no pobres, pobres no extremos o pobres extremos, son consumidores de arroz en porcentajes semejantes (>75%), encontrándose que en los hogares pobres el consumo de la harina de maíz compite con el arroz en igual medida. Los no pobres y pobres no extremos son consumidores de pan y pastas, 80% de los hogares incluyen estos productos en su lista de compra, y también en general incorporan en su dieta proteínas de alto valor biológico, carnes rojas, quesos y pollos; en este caso el porcentaje de hogares que los adquieren oscila entre 50% y 75%. (Figura 1, Cuadro 2). Por otro lado, en los hogares clasificados como de estratos más bajos en la jerarquía de pobreza por ingreso, se reduce en gran medida la compra semanal de alimentos, excepto en lo que corresponde a cereales y tubérculos.

Cuadro 2. Venezuela. Porcentaje de hogares según planificación de la compra semanal de alimentos según Línea de Pobreza. Año 2017
Cuadro 2. Venezuela. Porcentaje de hogares según planificación de la compra semanal de alimentos según Línea de Pobreza. Año 2017
Fuente: ENCOVI. Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2014-2017. UCAB-USB-UCV. Fundación Bengoa. (datos ordenados por 2014).
Figura 1. Venezuela. Porcentaje de la compra semanal de alimentos según línea de pobreza. Año 2017
Figura 1. Venezuela. Porcentaje de la compra semanal de alimentos según línea de pobreza. Año 2017
Fuente: ENCOVI. Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2014-2017. UCAB-USB-UCV. Fundación Bengoa.

Tendencia en la compra de alimentos entre 2014 y 2017. En los hogares venezolanos se observa una tendencia regresiva en la compra semanal de casi todos los alimentos entre 2014 y 2017, período en el cual se reduce el porcentaje de hogares que adquieren alimentos fuentes de proteína animal, tales como, pollo, carnes rojas y pescados, así como la leche y los derivados lácteos, hortalizas y frutas (Figura 2, Cuadro 3).

Cuadro 4. Venezuela. Porcentaje de personas según suficiencia del ingreso para la compra de alimentos. Años 2014-2017
Cuadro 4. Venezuela. Porcentaje de personas según suficiencia del ingreso para la compra de alimentos. Años 2014-2017
Fuente: ENCOVI. Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2014-2017. UCAB-USB-UCV. Fundación Bengoa. (datos ordenados por 2014)
Figura 2. Venezuela. Tendencia regresiva en la compra semanal de alimentos por los hogares. Años 2014-2017
Figura 2. Venezuela. Tendencia regresiva en la compra semanal de alimentos por los hogares. Años 2014-2017
Fuente: ENCOVI. Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2014-2017. UCAB-USB-UCV. Fundación Bengoa.

En el último bienio la tendencia a la disminución en la compra de alimentos fuentes de proteína animal continúa, con la excepción de las leguminosas, tubérculos y grasas, con un incremento superior al 10%, y en más de 5% en los que adquieren pescado (sardinas), quesos y huevos. Las hortalizas y frutas que eran adquiridas por 63,9% y 18,8% de los hogares respectivamente, entre 2014 y 2016, descienden a 34% y 11,5% en 2017.

Esta tendencia a la disminución en la adquisición de alimentos, es obvio que deriva en fuertes implicaciones sobre las posibilidades de la familia para acceder a una nutrición variada y equilibrada, que permita a los niños crecer y desarrollarse de acuerdo con su edad, y a los adultos mantener su salud y alcanzar el bienestar.

La percepción de inseguridad alimentaria debida a la insuficiencia del ingreso está presente en nueve de cada diez hogares desde 2016, sin embargo 11% considera que su salario si alcanza para cubrir la compra de alimentos (Cuadro 4).

Cuadro 4. Venezuela. Porcentaje de personas según suficiencia del ingreso para la compra de alimentos. Años 2014-2017
Cuadro 4. Venezuela. Porcentaje de personas según suficiencia del ingreso para la compra de alimentos. Años 2014-2017
Fuente: ENCOVI. Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2014-2017. UCAB-USB-UCV. Fundación Bengoa. (datos ordenados por 2014)

Seguridad alimentaria en los hogares

La seguridad alimentaria (SA) es un término multidimensional establecido por la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) que se evalúa con cuatro dimensiones:1) el acceso a los alimentos, 2) su disponibilidad, 3) su utilización y procesamiento y 4) la estabilidad de las tres dimensiones anteriores. Establece la FAO que existe seguridad alimentaria cuando todos tienen acceso a los alimentos, porque están disponibles y pueden utilizarse de manera constante a través del tiempo (13). La ESA de una manera sistemática muestra el comportamiento de los factores involucrados en la seguridad alimentaria (11).

En el Cuadro 5, se presentan las principales preguntas con las que se mide la inseguridad alimentaria de los hogares participantes en el Estudio ENCOVI-2017. Las dos primeras preguntas de la escala ESA que son respondidas afirmativamente por la gran mayoría de los participantes en el estudio, se refieren a la insuficiencia de dinero para la compra de alimentos en general (70,8%), o para la compra de alimentos saludables (70,1%). Las últimas cuatro preguntas, indagan sobre las estrategias de ajuste que se aplican en los hogares ante la insuficiencia de dinero para la compra de alimentos.

Se encuentra así que, 6/c10 de los participantes en el estudio manifiesta haber recortado la cantidad de alimentos consumidos, o prescindido de alguna comida, por insuficiencia de dinero para la adquisición de alimentos; 8/c10 manifiesta que ha comido menos porque no había suficiente comida en el hogar, o porque había escasez en el mercado, y finalmente, 6/c 10 se acuestan con hambre porque no ha habido suficiente dinero para la compra de comida (Cuadro 5).

Cuadro 5. Venezuela. Escala de Percepción de Seguridad Alimentaria (USDA, modulo corto). Año 2017.
Cuadro 5. Venezuela. Escala de Percepción de Seguridad Alimentaria (USDA, modulo corto). Año 2017.
Esa.1= Insuficiencia de alimentos por falta de dinero para comprar, Esa.2= El dinero no alcanza para comprar comidas saludables, Esa3= Ha recortado o saltado comidas, Esa.4= Ha comido menos por insuficiente comida en el hogar, Esa.5= Ha comido menos por escasez de comida en el mercado, Esa.6= Se ha acostado con hambre.

En el Cuadro 6 se presentan los principales aspectos sobre los que se cimienta la inseguridad alimentaria de cuatro agrupaciones de los hogares participantes en el Estudio ENCOVI-2017. La mayoritaria (Clase 1), conformada por 45% de los hogares, presenta un nivel muy alto de inseguridad alimentaria, 55% de los hogares en situación de pobreza estructural (NBI) y 38% de los entrevistados consumen dos comidas diarias o menos y han perdido 11,6 kg en el último año. En el otro extremo de la escala (Clase 4), conformada por 19% de los hogares con los valores más bajos en la ESA, es decir, no tienen inseguridad, sin embargo, 50% refieren insuficiencia de ingresos y de alimentos y en promedio perdieron 10 kg de peso.

Cabe señalar que las agrupaciones aparecen ordenadas de acuerdo con los valores de la escala ESA, encontrándose que la media de la escala en las tres primeras agrupaciones es significativamente superior a 3, indicando que la inseguridad alimentaria está presente en aproximadamente el 81% de los hogares bajo estudio (Cuadro 6). Un alto porcentaje de estos hogares manifiesta que el acceso a los alimentos en general (> 84%), o a alimentos saludables (> 92%), se debe a la falta de dinero. Expresan que los mecanismos que utilizan para sortear estas insuficiencias son: recortar o saltar comidas (>78%), ha comido menos por insuficiencia de alimentos en el hogar (>93%), ha comido menos por escasez en el mercado (>92%) y, se ha acostado con hambre (> 50%). En las clases 1 y 3, se obtienen porcentajes elevados de personas que informan comer dos veces o menos al día, con la consecuente disminución de peso. En general en estas agrupaciones los hogares están en pobreza extrema, o en pobreza no extrema y prevalece un clima educativo medio o bajo.

Cuadro 6. Agrupación de los hogares de acuerdo a los puntajes de Escala de Seguridad Alimentaria asociados a indicadores socio educativos
Cuadro 6. Agrupación de los hogares de acuerdo a los puntajes de Escala de Seguridad Alimentaria asociados a indicadores socio educativos
ESA= Indicador de Escala de Seguridad Alimentaria, SE= Indicador Socioeconómico, NBI= Necesidades Básicas Insatisfechas, NP= No pobre, PNE=Pobre no extremo, PE=Pobre extremo

La cuarta dimensión de la seguridad alimentaria que se refiere a la estabilidad de las tres primeras dimensiones. En el caso de la disponibilidad de alimentos, ésta debe ser regular durante todo el año, accesible, segura, suficiente y de calidad. Sin embargo, 75% de los participantes en el estudio señalan que han comido menos y 61,2% afirma que se acostó con hambre.

En todas las categorías se observa algún grado de inseguridad alimentaria, más aún, entre 22 y 35% de las personas que tienen un clima educativo alto, sus ingresos son insuficientes para comprar los alimentos que necesita la familia (Figura 3).

Figura 3. Venezuela. Clima educativo según niveles de seguridad alimentaria. Año 2017.
Figura 3. Venezuela. Clima educativo según niveles de seguridad alimentaria. Año 2017.
Fuente: ENCOVI. Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2014-2017. UCAB-USB-UCV. Fundación Bengoa.

La seguridad alimentaria, es un factor determinante en la adecuada nutrición de los miembros de un hogar, pues al menos en teoría, el consumo de alimentos ocurre cuando existe la posibilidad de acceder a ellos para cubrir las necesidades básicas.

En 46% de los hogares que se visitaron en 2017, habían niños menores de 5 años y al menos en 13% de estos hogares, uno de estos niños dejó de comer porque faltaban alimentos. En cuanto a las mujeres de la muestra, 74% tenían menos de 45 años, es decir, la mayoría eran mujeres en edad fértil, que viven en hogares con inseguridad alimentaria.

Hábitos de alimentación dentro y fuera del hogar

La difícil situación económica, ha tenido un impacto significativo en el poder de compra en el hogar, que ha limitado la posibilidad de adquirir una dieta de acuerdo a las necesidades nutricionales de sus integrantes. Sin embargo, en las familias permanecen hábitos y costumbres alimentarias de nuestro mestizaje cultural que aportan una variabilidad característica a la alimentación en las regiones, la cual cada vez está más limitada debido a la escasez de alimentos que es mayor a medida que nos alejamos de las grandes ciudades.

Hábitos de alimentación en el hogar. Los participantes en este estudio, en su mayoría, manifiestan que almuerzan y cenan (95%), pero solamente 80% se desayuna, 8,6%, merienda en la noche y 3% merienda en la mañana y tarde (Cuadro 7). El no desayunar, es un hábito nocivo para la salud, en especial porque es la comida que sigue a 12 horas mínimo de ayuno.

Cuadro 7. Venezuela. Comidas que el informante dice realizar diariamente. Año 2017.
Cuadro 7. Venezuela. Comidas que el informante dice realizar diariamente. Año 2017.
Fuente: ENCOVI. Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2014-2017. UCAB-USB-UCV. Fundación Bengoa.

La mayoría de los entrevistados (72,9%) dice que ingiere tres o más comidas al día, 16,6% almuerza y cena y 3,7 % desayuna y cena. La proporción de personas que refieren comer las tres comidas principales es mayor que en 2016. Sin embargo, 27,1% dice que hacen 2 o menos comidas al día. (Figura 4).

Figura 4. Venezuela. Porcente de persona según número de comidas diarias. Años 2014-2017.
Figura 4. Venezuela. Porcente de persona según número de comidas diarias. Años 2014-2017.
Fuente: ENCOVI. Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2014-2017. UCAB-USB-UCV. Fundación Bengoa.

El porcentaje de personas que ingiere dos o menos comidas al día se incrementa de 11,3% a 27,1% entre 2014 y 2017, y la población expuesta aumenta de 3,6 a 8,1 millones de personas en este período, que no pueden cubrir los requerimientos diarios calóricos y de nutrientes específicos.

Una información que aportan los participantes, es la compra de alimentos muy limitada en la mayoría de los hogares, debido a que el ingreso no alcanza para adquirir la cantidad de alimentos que necesitan. Conviene advertir a este respecto, que en general ellos consideran que una comida es la ingestión de cualquier alimento. Por esta razón en las condiciones actuales, surge la necesidad de definir ¿que consideran las personas una comida?.

Las familias venezolanas ante las dificultades para adquirir los alimentos, han sustituido alimentos de su dieta tradicional por otros de menor calidad nutricional, y reducido el tamaño de la ración y el número de alimentos que compra; por ejemplo carnes, pollos, pescados y quesos, casi no se consumen debido a que los precios son inalcanzables para la mayoría de las familias. En la mayoría de los hogares, sirven un plato anémico, sin proteína animal, sin caraotas, sin la alegría ni el colorido de las hortalizas y frutas y sin la presencia de nuestra arepa tradicional. En la elección inteligente de muchas madres, se impone el ahorro energético, que proveen los cereales, tubérculos y grasas (fuentes de energía más económica), para tratar de aminorar las deficiencias de la alimentación en un país sumido en hiperinflación.

Hábitos y gasto en comidas fuera del hogar. El porcentaje de personas que ocasionalmente acostumbran a comer fuera del hogar se redujo considerablemente. De 45% en 2014, 36% en 2015 y 19% en 2016, pasó a 4% en 2017.El promedio del gasto de las tres comidas entre 2016-2017, se incrementó 63% (de 14.909 a 31.641 Bs.). (Cuadro 8).

Figura 4. Venezuela. Porcente de persona según número de comidas diarias. Años 2014-2017.
Figura 4. Venezuela. Porcente de persona según número de comidas diarias. Años 2014-2017.
Fuente: ENCOVI. Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2014-2017. UCAB-USB-UCV. Fundación Bengoa.

El porcentaje de personas que ingiere dos o menos comidas al día se incrementa de 11,3% a 27,1% entre 2014 y 2017, y la población expuesta aumenta de 3,6 a 8,1 millones de personas en este período, que no pueden cubrir los requerimientos diarios calóricos y de nutrientes específicos.

Una información que aportan los participantes, es la compra de alimentos muy limitada en la mayoría de los hogares, debido a que el ingreso no alcanza para adquirir la cantidad de alimentos que necesitan. Conviene advertir a este respecto, que en general ellos consideran que una comida es la ingestión de cualquier alimento. Por esta razón en las condiciones actuales, surge la necesidad de definir ¿que consideran las personas una comida?.

Las familias venezolanas ante las dificultades para adquirir los alimentos, han sustituido alimentos de su dieta tradicional por otros de menor calidad nutricional, y reducido el tamaño de la ración y el número de alimentos que compra; por ejemplo carnes, pollos, pescados y quesos, casi no se consumen debido a que los precios son inalcanzables para la mayoría de las familias. En la mayoría de los hogares, sirven un plato anémico, sin proteína animal, sin caraotas, sin la alegría ni el colorido de las hortalizas y frutas y sin la presencia de nuestra arepa tradicional. En la elección inteligente de muchas madres, se impone el ahorro energético, que proveen los cereales, tubérculos y grasas (fuentes de energía más económica), para tratar de aminorar las deficiencias de la alimentación en un país sumido en hiperinflación.

Hábitos y gasto en comidas fuera del hogar. El porcentaje de personas que ocasionalmente acostumbran a comer fuera del hogar se redujo considerablemente. De 45% en 2014, 36% en 2015 y 19% en 2016, pasó a 4% en 2017.El promedio del gasto de las tres comidas entre 2016-2017, se incrementó 63% (de 14.909 a 31.641 Bs.). (Cuadro 8).

Cuadro 8. Venezuela. Porcentaje de personas y gasto promedio en comidas fuera del hogar. Año 2017
Cuadro 8. Venezuela. Porcentaje de personas y gasto promedio en comidas fuera del hogar. Año 2017
Fuente: ENCOVI. Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2014-2017. UCAB-USB-UCV. Fundación Bengoa.

Variación del peso en adultos

Los participantes en el estudio reportaron el efecto que tiene el grave problema de la subalimentación sobre su salud, que viene socavando la integridad física y la psiquis de un número importante de venezolanos. La pérdida de peso es la manifestación más palpable del hambre que padece la población. Un 65% de los entrevistados manifiesta haber perdido peso en el último año, estimándose con un 95% de confianza, que esta pérdida oscila entre 10,8 y 11,4 kg.

En ENCOVI se observa que 6/cada 10 venezolanos han perdido peso, en promedio 11,4 kilos, pero el valor mínimo es de 9kg durante el último año. Esta cifra tiene mayor significado si se toma en cuenta que el año anterior, 73% de los entrevistados habían disminuido 8,7 kg de peso. El aumento de peso de 7,6 kilos también fue más alto que los 5,8 kilos en 2016 (Cuadro 9).

Cuadro 9. Venezuela. Porcentaje de personas según alteración en el peso. Año 2017
Cuadro 9. Venezuela. Porcentaje de personas según alteración en el peso. Año 2017
Fuente: ENCOVI. Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2014-2017. UCAB-USB-UCV. Fundación Bengoa

La variación del peso, tanto en alza como a la baja, es un indicador de las condiciones de salud y bienestar de las poblaciones y es un indicador sensible a las situaciones de distribución y acceso a los alimentos, debido a emergencias naturales, políticas y socioambientales. Se observa una disminución promedio levemente más acentuada en los pobres extremos (11,1 kg.). Sin embargo, no se evidencian diferencias significativas en la disminución promedio del peso según niveles de pobreza (Figura 5).

Figura 5. Venezuela. Pèrdida de peso (kg) según Necesidades Bàsicas Insatisfchas. Año 2017.
Figura 5. Venezuela. Pèrdida de peso (kg) según Necesidades Bàsicas Insatisfchas. Año 2017.
Fuente: ENCOVI. Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2014-2017. UCAB-USB-UCV. Fundación Bengoa.

Variación del peso según género y edad

La mayoría de los integrantes de los hogares se encuentran entre 18-45 años de edad. Sin embargo, llama la atención que 35% de la muestra son menores de 18 años, en Venezuela este grupo es una población en pleno crecimiento y desarrollo. En este grupo se concentra la primera etapa de la población en edad fértil, la cual se extiende desde la adolescencia temprana, alrededor de los 10 años para las niñas y alrededor de los 12 para los varones (Cuadro 10).

Cuadro 10. Venezuela: Porcentaje de personas según género y edad. Año 2017
Cuadro 10. Venezuela: Porcentaje de personas según género y edad. Año 2017
Fuente: ENCOVI. Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2014-2017. UCAB-USB-UCV. Fundación Bengoa.

En el cuadro 11, se observa que los porcentajes de disminución en el peso de los hombres y las mujeres estuvo alrededor del 63%. En los hombres el promedio de la pérdida de peso de 11,8 kg superó al de las mujeres de 10,5 kg, en la muestra de ENCOVI 2017 y el 6,3% de los hombres y 7,9 % de las mujeres aumentaron de peso entre 8,9kg y 6,7kg respectivamente.

Cuadro 11. Porcentaje de mujeres y hombres que variaron de peso: ENCOVI 2017
Cuadro 11. Porcentaje de mujeres y hombres que variaron de peso: ENCOVI 2017
Fuente: ENCOVI. Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2014-2017. UCAB-USB-UCV. Fundación Bengoa.

Discusión

Persiste la tendencia regresiva en la compra de alimentos, muy severa en las proteínas de fuente animal, en lácteos y huevos, que ha restringido el consumo de estos alimentos, incrementando la vulnerabilidad nutricional en las familias (2-4).

Por otra parte, los lácteos, que se importan para la red pública son de mala calidad, su composición en proteínas, calcio y ácidos grasos es menor a la que exige la norma nacional tal como lo demuestra un estudio realizado a estos productos por el Instituto de Tecnología de Alimentos de la Universidad Central de Venezuela (14). La reducción en el consumo de leche, causa serios problemas a la población, porque es la principal fuente de calcio, aminoácidos y ácidos grasos esenciales para la población infantil, mujeres embarazadas y en periodo de lactancia, así como también para los adultos mayores (15).

En los estratos de menores recursos es muy fuerte la reducción en la compra semanal de casi todos los alimentos, con excepción de cereales, leguminosas y tubérculos, rubros que constituyen la fuente básica de la alimentación en estos sectores, debido a que los dos primeros, forman parte de la red pública a través del programa Comité Locales de Abastecimiento y Producciòn (CLAP) (16). Los resultados de la ENCOVI confirman las dificultades que confrontan las familias para satisfacer la alimentación, situación que genera estrategias negativas para proveerse de alimentos, que pueden significar riesgos para la salud y el bienestar.

La alimentación ha perdido cantidad y variedad, se ha transformado en una dieta anémica, debido a la ausencia de alimentos fuentes de hierro, zinc, vitamina A, complejo B y otros micronutrientes. La información de ENCOVI 2017 registra una disminución en el porcentaje de hogares que accede a la compra de alimentos para satisfacer las necesidades nutricionales de los miembros del hogar. Solo 11,5% de los hogares incluyó en la compra semanal frutas y vegetales. La evidente reducción de la compra de alimentos fuentes de proteína animal, de hierro, calcio, zinc, de vitaminas y de otros minerales, conforma un patrón de alimentación que privilegia los cereales y tubérculos, pero no satisface los requerimientos nutricionales de la población.

Una alimentación saludable, se logra con una ingesta variada de alimentos que garantiza un consumo suficiente de la mayoría de los macronutrientes, micronutrientes y de fibra dietética. La ingesta insuficiente de frutas y verduras es uno de los 10 factores principales de riesgo de mortalidad a escala mundial, se calcula que causa en el mundo aproximadamente 19% de los cánceres gastrointestinales, 31% de las cardiopatías isquémicas y 11% de los accidentes vasculares cerebrales (17). Además, el aumento del consumo de frutas y verduras puede ayudar a desplazar los alimentos ricos en grasas saturadas, azúcares o sal. OMS-FAO recomiendan como objetivo poblacional, el consumo de un mínimo de 400 g diarios de frutas y verduras con el fin de prevenir enfermedades crónicas y reducir el riesgo de obesidad y enfermedades cardiovasculares (18).

En el transcurso de estos cuatro años, los hogares han subsistido en medio de una alta inflación que redujo el poder de compra y generó una serie de ajustes y desajustes en la dinámica del hogar, tanto en la compra de alimentos como de otros enseres. La contracción en la compra de estos productos, se debe a diversos factores que entre otros, responden a una oferta limitada, caída de la producción nacional, alto costo de los insumos y alza desmesurada en los precios. Las asociaciones de productores nacionales han venido señalando las dificultades que enfrentan debido a que dependen para la siembra y cosecha, de los insumos (semillas, fertilizantes y maquinarias) que el Estado no provee adecuadamente (19).

Las carencias alimentarias y la disminución de la calidad, se magnifica cuando se agregan otros factores relacionados con el colapso de los servicios de salud, del acceso al agua potable, del deterioro y la contaminación del ambiente, que en un contexto de hiperinflación, conforman y fortalecen el círculo perverso de pobreza y desnutrición, en el cual, lamentablemente se encuentra gran parte de los habitantes de nuestro país (6).

Los datos de la ENCOVI correspondientes a este cuatrienio señalan los ajustes que han puesto en práctica los hogares para su subsistencia, en medio de una alta inflación que afecta el poder de compra, destruye el ingreso y viene generando una serie de conflictos en la dinámica del hogar, violencia, angustia y desesperación que entre otras consecuencias, ha lanzado a los más pobres a buscar comida en los desperdicios de los restaurantes y urbanizaciones (20).

Las dificultades que impone la crisis económica, la polarización política, el alto grado de violencia, la emigración y la separación de las familias, está afectando severamente el bienestar. Según la evaluación de los propios venezolanos, su calidad de vida bajó desde 7,6 puntos en 2010 a 4,1 en 2016, de una escala con un máximo de 10 puntos (21).

El 89% de los entrevistados en 2017 manifiesta que el ingreso no alcanza para la compra de alimentos, además lo ubican como el principal obstáculo para adquirir los productos de la dieta básica. El Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores (CENDAS) estima un valor aproximado de la canasta alimentaria de 7.180.159 Bs, aproximadamente 41 salarios mínimos (Bs.177.507) para el mes de noviembre de 2017, salario que sólo lo devenga un porcentaje muy bajo de la población (22).

Desde el año 2014 ENCOVI reporta que más del 80% de los entrevistados considera insuficiente su ingreso para la adquisición de alimentos, de modo que el poder de compra de la familia está cada vez más disminuido frente al alto costo de la vida y la hiperinflación, que como una centrifuga tritura el salario (2-4). Los hogares no tienen capacidad para enfrentar la inflación y el alto costo de la vida, situación que tiende agravarse en medio de una contracción económica y aumento del desempleo (8).

La inseguridad alimentaria está presente en 80% de los hogares, 6/c10 de las personas manifestó que redujo la cantidad de alimentos o dejó de comer por falta de dinero, 8 c/10 comió menos por falta de comida o escasez en el mercado y 6c/10 se acostó con hambre. La presencia de un clima educativo alto entre 22 y 35% en hogares con inseguridad alimentaria, muestra el deterioro de la clase media, profesional, pequeños empresarios y en general la mayoría del capital humano venezolano, que se ha visto forzado a emigrar ante la imposibilidad de cubrir sus necesidades básicas, con serias implicaciones para el desarrollo del país (23).

La clase media constituye la columna vertebral de la democracia y garantiza estabilidad social y política al fomentar la cohesión social y mitigar las tensiones entre ricos y pobres (24). Sin embargo, el empobrecimiento de la clase media ha incrementado su nivel de riesgo y vulnerabilidad social, acelerando la migración de los venezolanos a otros países en la búsqueda de mayor seguridad y bienestar.

La escasez de alimentos es mayor en localidades alejadas de las grandes ciudades, allí más de la mitad de los hogares beneficiarios del CLAP no lo reciben periódicamente y el porcentaje aumenta a 69% en las ciudades pequeñas y caseríos, pero en la Gran Caracas la cobertura es la más alta., buena parte de la entrega es mensual (64%) o cada dos meses (24%). También las desigualdades territoriales se reproducen en el acceso a los alimentos que provee el Estado (25).

En el último trimestre de 2017 la inflación superó el 500% y el porcentaje de incremento de los salarios fue de 400%, inferior al aumento de precios de los alimentos (6). Estos hogares presentan dificultades en el acceso físico a los alimentos debido a la pérdida. del ingreso, escasez, desabastecimiento, elementos que configuran una violación del derecho a la alimentación (26).

En estos hogares con inseguridad alimentaria viven niños menores de cinco años y mujeres en edad fértil en situación de alta vulnerabilidad nutricional. Una mujer que inicia su embarazo con deficiencias en su estado nutricional, el entorno intra-uterino, metabólico, endocrino y nutricional que enfrenta el nuevo ser es adverso, con consecuencias negativas en el adecuado crecimiento y desarrollo del niño (27). Sin embargo, existe una gran plasticidad biológica al inicio de la vida, que le permite al niño adaptarse a condiciones adversas, en consecuencia, los niños expuestos a la condición de inseguridad alimentaria dentro del hogar, tendrán un riesgo mayor de presentar enfermedades crónicas a futuro (28).

Una de las estrategias incorporadas por las familias, para tratar de asegurar la alimentación de los más pequeños, es que los adultos sacrifican una de las comidas. Otra manera es que las madres dejan a los niños dormir hasta más tarde para que tomen el almuerzo, como una manera de rendir la precaria cantidad de alimentos en la familia y la otra medida es reducir el tamaño de la porción, por lo general en algunas hogares en el plato sólo sirven un cereal o un tubérculo (29).

Los entrevistados que hicieron dos o menos comidas al día ascendió a 27,1% en 2017, afectando a 8,1 millones de personas, quienes padecen hambre. Es difícil cubrir los requerimientos calóricos y de nutrientes específicos, con dos o menos comidas, más aún condiciones como se ha señalado, con una dieta de baja calidad y poca cantidad, deficiente en alimentos fuentes de proteínas, hierro, calcio y vitamina, entre otros. Esta precariedad de la dieta en sectores importantes de la población, es un fenómeno que se ha instalado de forma progresiva, pero desde 2015 en el estudio Latinoamericano de Nutrición y Salud en Venezuela se encontraron deficiencias en la ingesta de calorías, de macro y micronutrientes con diferencias entre las regiones y condición socioeconómica (7,30,31).

En condiciones como las que actualmente presenta la alimentación de los venezolanos, es una prioridad conocer que se entiende como una “comida”. Las personas entrevistadas, que dicen comer varias veces al día, sólo ingieren uno o dos alimentos, a veces del mismo grupo, sin variedad ni frecuencia adecuada. Es importante precisar que la alimentación de los humanos debe ser variada, equilibrada, moderada, en movimiento y además compartida, de esta manera se reduce el riesgo y se aporta salud, sin descuidar el placer de comer, porque sin lugar a dudas, “somos lo que comemos” (15).

En la Venezuela del Siglo XXI, 6 de cada 10 venezolanos han perdido aproximadamente 11 kg de peso en el último año por hambre y como siempre, los más desprotegidos son los más afectados. La población venezolana se encuentra en un alto riesgo alimentario, que limita los años de vida de los venezolanos y compromete el desarrollo.

La inseguridad alimentaria y sus devastadoras consecuencias nutricionales, son factores que deberían modificarse en el corto plazo, para transformar positivamente el futuro de loa venezolanos. La orientación de las políticas públicas tomando en cuenta la protección de los hogares para garantizar el acceso, disponibilidad y utilización de los alimentos en forma permanente, es mandataria.

Surge la pregunta ¿hasta cuando la pobreza en Venezuela puede esperar?. Los daños que está causando el empobrecimiento de la población en medio del colapso del sistema de salud, hiperinflación y violencia social pueden ser irreversibles. Los datos de ENCOVI señalan que en los hogares pobres están los grupos vulnerables niños y mujeres en edad fértil con grandes carencias alimentarias, de salud, de agua potable y vivienda. Sobre ellos operan varios factores que son generadores entre otros aspectos de lo que se denomina “un alto riesgo alimentario”, insuficiencias en lo más elemental como es la posibilidad de que puedan alimentarse normalmente. Las consecuencia es el aumento de la prevalencia de desnutrición infantil en medio de una crisis cada vez más profunda, tal como lo destaca UNICEF en su informe 2018 (32). Sin alimentación y sin salud, el desarrollo es imposible.

Referencias

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Recibido: 25-02-2018
Aceptado: 27-06-2018