Editorial

¿Desnutrición infantil, emergencia en los primeros 1000 días en Venezuela?

La desnutrición en nuestro país viene aumentando en los niños más pequeños comprometiendo su supervivencia. Entre las múltiples causas se encuentran el deterioro en la atención de salud, en la alimentación y en la situación socioeconómica, que afecta a los niños en los primeros mil días de vida.

Las investigaciones muestran que durante este periodo el desarrollo físico y cognitivo de los niños están influenciados por factores biológicos como la nutrición de la madre antes y durante el embarazo, la edad gestacional, el peso al nacer, la duración de la lactancia materna, la malnutrición infantil, las infecciones en la infancia, factores psicosociales tales como el nivel socioeconómico, la educación de los padres y factores ambientales, como la calidad del agua. La acción de estos factores va produciendo un retardo en el niño que limita las posibilidades de lograr un crecimiento y desarrollo adecuado.

En Venezuela se registra la más alta tasa de embarazo adolescente entre los países de Suramérica, 101 nacimientos por cada 1.000 mujeres de 15 a 19 años, muchas, inician su embarazo con problemas nutricionales, sin una atención prenatal adecuada, lo cual incrementa el riesgo de bajo peso al nacer y de retardo de crecimiento intrauterino. Un embarazo precoz, esconde un drama social, de desprotección y aislamiento de su grupo familiar, que aumenta su vulnerabilidad social.

Según el Informe Mundial de la Infancia (UNICEF 2015), Venezuela ocupa la posición 110 de 193 países, con una mortalidad infantil de 15 (varones 17 y hembras 13), mortalidad en menores de 1 año de 13 y mortalidad neonatal de 9, ambas por cada 1000 nacidos vivos, mientras que el bajo peso al nacer es de 9% con amplias diferencias entre localidades geográficas y una mortalidad materna que también viene en ascenso.

En presencia de la difícil situación de alimentación y de salud, estos recién nacidos inician su vida en desventaja biológica, el bajo peso se asocia con el mayor riesgo de morbilidad y mortalidad fetal y neonatal, retraso del crecimiento lineal en menores de 5 años, alteración del desarrollo cognitivo, del rendimiento escolar y de la productividad y, un mayor riesgo de enfermedades no transmisibles, tales como, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares en etapas tempranas de la vida.

Del mismo modo, estos factores son también una carga económica importante para las personas y para los Estados, por el impacto que las enfermedades nutricionales tienen en el sistema de salud por su alta morbilidad y mortalidad que incrementa los gastos en la salud pública. La insuficiencia ponderal en la niñez es causa determinante de muerte en los menores de cinco años y la anemia contribuye con la mortalidad materna en los países con ingresos medios y bajos.

La realidad impone tomar medidas para detener los factores que condicionan la desnutrición en los primeros 1000 días de vida, las cuales abarcan: 1) la preconcepción y el embarazo: suplementación de energía y proteínas, hierro, ácido fólico, yodo, calcio y zinc, desparasitación y no fumar; 2) al recién nacido: lactancia materna exclusiva y pronta, retraso en el pinzamiento del cordón umbilical; 3) de cero a seis meses: continuar lactancia materna exclusiva, inmunizaciones oportunas, reforzar la higiene personal y ambiental y un programa de transferencia monetario a los más pobres, en el marco de una estrategia de educación nutricional y capacitación para el trabajo, que los prepare para insertarse en el mercado laboral. 4) de 6 a 24 meses: continuar la lactancia materna, iniciar la alimentación complementaria, suplementar con hierro, vitamina A y zinc, reforzar la higiene, tratar la malnutrición aguda grave, desparasitación y continuar con el programa de transferencia condicionada y capacitación para el trabajo.

El compromiso debe ser garantizar la alimentación y la atención en salud del binomio madre-hijo en situación de riesgo nutricional y socialmente vulnerables, con especial énfasis, en la adolescente embarazada, para romper el círculo perverso de pobreza, desnutrición y muerte en los primeros mil días de vida.

Maritza Landaeta-Jiménez