Conferencias

Dr. José María Bengoa
Breve esbozo de una parte de su vida ejemplar y de su fructífera obra


Conferencia dictada en La Sociedad de Historia de la Medicina. Caracas: 3 de julio de 2005

Cuando el Dr. Bengoa llega a Caracas en el año 1938 acompañado de otro insigne vasco, el recordado y nunca bien ponderado Padre Aguirre, gobernaba el país el General López Contreras, el Presidente de la transición peor presagiada y de más equilibrada realización de quien es la famosa frase “En Venezuela hay crisis de hombres”, crisis que se reflejaba en el recién fundado M.S.A.S. cuyo primer titular, el Dr. Enrique Tejera sabia a lo que se iba a enfrentar en la organización de ese Instituto, y que era precisamente a lo que se refería López Contreras en la citada frase, nadie había pensado en los técnicos que hacían falta, en los hombres que había que preparar en este caso para el saneamiento de Venezuela. Sin prisas pero sin pausas, se fueron formando técnicos, fueron apareciendo hombres preparados como el Dr. Gabaldón en la Dirección de Malariología, sobre la cual expresó al Dr. John Hopkins: “En Venezuela tuvimos que empezar por algo que está antes del principio”. Nuestros sanitaristas pioneros fueron un modelo para Latinoamérica.

Una segunda fuente de médicos preparados y con propósitos de servir a la salud pública, a la ciencia de la nutrición y a las ciencias sociales, fue el conjunto de médicos que llegaron a Venezuela a finales de esos años treinta, a contribuir de manera extraordinaria al desarrollo de la salud pública venezolana. Junto con José María Bengoa, llegaron Santiago Ruesta, Inspector General de Sanidad durante la segunda República, el epidemiólogo Jesús Sahagún y los psiquiatras José Luís Ortega y Mateo Alonso, quienes jugaron un papel muy importante en los servicios de Higiene Escolar e Higiene Mental del M.S.A.S. Dejaban atrás su tierra nativa devastada por la guerra civil española y encontraron en nuestro país, paz y posibilidades de desarrollar sus conocimientos y especializaciones.

Al llegar el Dr. Bengoa a Caracas ya había terminado sus estudios de Medicina en Valladolid. Los inició a los 16 años cuando concluyó el bachillerato y tuvo que dejar atrás su Bilbao natal. De sus recuerdos de estudiante llama la atención el hecho de que el primer día de clases en la Facultad de Medicina consistió en la disección de trozos de cadáver y nunca entendió bien por qué el comienzo del estudio de la Medicina se hace en las salas de disección frente a la muerte, y no de un ser humano completo, sino de pedazos, fragmentos de un ser humano que poco antes estaba vivo y viene a formar parte de los cadáveres de seres desgraciados que nadie reclamó”. Para él lo lógico seria que un joven que se inicia en una profesión con vocación de amor, se le inicie en cómo nace la vida y cómo va a nacer un día con una estructura ya formada, de acuerdo con los códigos paternos y maternos de genética, después de nueve meses de gestación. Así debería ser la lección del primer día de clases de un estudiante de medicina, según nuestro homenajeado de hoy. Creo que esa manera de entender la Medicina, es lo que ha guiado al Dr. Bengoa en su afán de que la primera necesidad en los seres humanos, sobre todo en los niños es una buena y equilibrada alimentación.

En 1932 hubo un invierno muy frío y en la casa de la patrona donde vivía, él entonces estudiante Bengoa, apenas tenia un modesto brasero. En un día de febrero llegó a la casa con escalofríos y tos. A media noche tuvo una hemoptisis grave, que fue controlada rápidamente por un médico del Puesto de Socorro. Al día siguiente llegó su mamá y también el Profesor de Clínica Médica, Misael Bañuelos quien le aconsejó regresar a Bilbao. Dice el Dr. Bengoa “En aquel momento vi truncada mi vida y temí tener que dejar mis estudios”. Al volver al domicilio familiar de la calle Artekale y visitando pueblos de altura en altura, se creyó que estaba casi curado cuando tuvo una recaída y sus padres lo mandaron a un Sanatorio Antituberculoso en la Fuenfría, en la Sierra de Guadarrama, a pocos kilómetros de Madrid. En 1933 le dieron de alta, pasó unos días en Bilbao y volvió a Valladolid para reincorporarse a la Facultad de Medicina. Perdió un año de estudios; pero el estudiante del montón de los primeros años pasó con sus buenas notas a situarse entre los mejores del curso. En junio de 1936 concluyó los estudios de Medicina y el 18 de julio del mismo año la radio dio la noticia del levantamiento de parte del ejército en África y en algunas provincias de la península. Poco antes de caer Bilbao un amigo le informó de su inclusión en una lista de “inútil total”, para ser evacuado a Francia. Había perdido 15 kilos desde su salida del Sanatorio.

Fue el primer exiliado vasco en llegar a Venezuela. Después de infructuosas audiencias con algunas autoridades sanitarias venezolanas, al tercer mes de su llegada el Padre Víctor Iriarte le dio una tarjeta para el Director de Asistencia Social, A. González Puccini, quien lo remitió al Ministro Honorio Sigala. Varios días lo esperó en la antesala sin ningún resultado. Ahora bien el portero del ministerio le dio un buen consejo”A la salida del despacho, en el mismo patio, acérquese al Ministro, dígale lo que quiere.” Una tarde siguió el consejo del portero y le ‘dijo quién era, de dónde venia y que quería ir a un pueblo del interior, el Ministro Sigala le contestó “Venga mañana a las cuatro de la tarde.” Al día siguiente el Ministro le ofreció el pueblo de Sanare en el Estado Lara. El taxi que lo llevó de Caracas a Barquisimeto tardó 16 horas. Y el que lo condujo desde esta última ciudad a Sanare se encontró con un puente semihundido. Estaban a 20 Km. del pueblo y el nuevo médico rural de Sanare con su maleta a la espalda, se dispuso a recorrer este trayecto a pie. Descansó un rato en un rancho, reemprendió su camino y al cabo de un tiempo pudo divisar el pueblo a donde iba destinado.

Desde el primer día que se sentó en el pequeño dispensario médico se dio cuenta de que las quejas de los enfermos que venían a verse no tenían nada que ver con lo que había aprendido en la Universidad de Valladolid y en el Hospital de Basurto en Bilbao. ¿Cómo tratar aquellas úlceras tórpidas producidas por la Leishmaniasis? ¿Cómo abordar el problema de los niños de 2 ó 3 años con Kwashiorkor (malnutrición calórica-proteica) con sus edemas, con su piel enrojecida como quemadura, con un hígado inmenso y con una mirada de infinita tristeza?.

Un día observó en una esquina un niño de 2 a 3 años, con la mirada triste, la cara y el cuerpo hinchados y la piel en mosaico como si se tratara de una quemadura rojiza, le pidió a la madre que se lo llevara al Dispensario. Otro día al final de la consulta apareció el niño enfermo de mirada triste. Tomó la decisión de llevar a Barquisimeto a ese y otro con la misma sintomatología. El Director del Hospital de Niños de esa ciudad era el Dr. Agustín Zubillaga, conocido pediatra. Al ver a los niños informó que tenían desnutrición por déficit de proteínas y acaso de vitaminas. Era el mismo síndrome que un año antes, en 1937 había descrito una doctora inglesa, Cecily Williams por primera vez en Costa de Oro, actual Ghana ‘el síndrome de Kwashiorkor, enfermedad que coincidía con el cuadro clínico que el Dr. Bengoa encontró en algunos niños sanareños. Los dos niños quedaron recluidos en el Hospital de Barquisimeto porque necesitaban un tratamiento de 2 a 3 meses.

En los recorridos que hacia frecuentemente el Dr. Bengoa por los caserios cercanos a Sanare, fue identificando nuevos casos de déficit de proteínas. No los podía seguir enviando a Barquisimeto porque las lluvias hacían intransitables los caminos. Como el interior del Dispensario era bastante grande, se instalaron allí unas colchonetas para que los niños desnutridos pasaran entre 8 y 10 horas, y así pudieran recibir la alimentación requerida. Así nació el primer Centro de Recuperación Nutricional. Un día el Padre Quintana fue a visitar el Centro y le preguntó al Dr. Bengoa, cuándo daba de alta a los menores, su respuesta fue: “Cuando sonríen padre, cuando sonríen”.

Años después siendo nuestro eminente amigo funcionario de la O.M.S., impartió en Marsella en 1956 un curso a médicos franceses que iban a trabajar a las colonias africanas. Al explicarle la iniciativa de Sanare la recibieron con entusiasmo. A partir de aquel momento los Centros de Recuperación Nutricional se extendieron por todo el mundo y siguen dando buenos resultados, en especial en las situaciones de emergencia. En una situación familiar, cuando regresaba de África y estaba contando en su casa algunas de las actividades que había desarrollado su mamá le preguntó “José, ¿tú ya eres médico como los demás?”.

Me he detenido tanto en la obra del Dr. Bengoa en Sanare, en primer lugar porque en una reunión de un conjunto de señoras que forman el “Grupo Visión que se realizó en la casa de Lucy Pérez Luciani de Castillo el 25 de octubre de 1990, él fue nuestro invitado de ese día y nos dio una charla sobre “Nutrición y Amor”. Discutimos sobre el tema bajo su inteligente dirección; pero después nos mostramos pesimistas en relación a los pueblos de Venezuela y él nos contestó asombrado: ¿Cómo van a decir eso si Sanare, el primer pueblo donde yo trabajé en Venezuela cuenta ya con una Orquesta Sinfónica Juvenil?.Y luego en el libro al que nos hemos estado refiriendo: “Tras la ruta del hambre” él acota “Mi experiencia profesional me ha permitido desarrollar tres niveles de trabajo: el primero fue en una comunidad deprimida como Sanare. Aquella vivencia me permitió ejercer la profesión de médico en condiciones aceptables para la comunidad y altamente positiva para mi vocación profesional. Siempre la he considerado la etapa profesional que más satisfacción me ha producido”.

Y pienso yo que tan importante fue para Sanare el paso del Dr. Bengoa por su Medicatura rural, como para éste el ejercicio de la Medicina en ese pueblo lareño. Pensando en eso vi hace poco tiempo un documental sobre Sanare y allí presentaron a una señora llamada Gabriela Carrera quien junto con otras compañeras fundó una “Unidad de Producción 12 de marzo”. AIIi se producen pastas enriquecidas con distintos tipos de vegetales. La idea no es aumentar la cantidad de productos sino conservar su calidad, para lograr una alimentación sana. La semilla que sembró el Dr. Bengoa hace 77 años sigue produciendo sus frutos en ese pueblo que le es tan suyo.

También habló en ese documental el Maestro Renato Agagliate a quien Pifano le recomendó que si se iba para Lara escogiera un sitio alto como Sanare, donde era más difícil que lo atacara un anopheles. Este Maestro fue Director de la Sección Regional de la Biblioteca Nacional. Es cuenta-cuentos. Se preocupa por los indios de Quibor y pide a los habitantes del pueblo que respeten la naturaleza.

De quien se habló también fue de “El Caimán de Sanare” y él contó sus historias. Se llama José Humberto Castillo, es uno de los personajes más populares de Lara. Es juglar y conservador de la tradición oral. Palo Verde, Sanare y La Rosquita deben grabar sus leyendas, porque es difícil que aparezca otro Caimán. Estos dos caballeros son los guardianes de la cultura y la conciencia ecológica del pueblo.

Y ya para terminar con Sanare, antes de dejar el pueblo el Dr. Bengoa distribuyó 500 formularios, la mitad en el casco central y la otra mitad en los caseríos rurales dispersos. Al cabo de pocos meses la encuesta ya estaba casi terminada. Los resultados no fueron sorpresivos: 4 problemas sociales dominaban la escena: la alimentación deficiente y como consecuencia una desnutrición crónica con casos esporádicos graves, una vivienda pobre de barro, caña y palma con pisos de tierra, salarios muy bajos y un nivel educativo muy elemental. Consideró que era necesario movilizar a la comunidad y exigir a los poderes públicos un esfuerzo adicional que permitiera la extensión de la seguridad social, y sobre todo que aportara un impulso educativo para fomentar- el desarrollo comunitario. Los resultados del trabajo quedaron plasmados en un libro publicado en 1940 en la Revista de Sanidad y Asistencia Social con el titulo de Medicina Social en el Medio Rural Venezolano, del cual se han hecho tres ediciones más (1946, 1980, 1990).

Ese libro le abrió muchos senderos en su vida. En 1960 le preguntaron que en cuál Universidad había aprendido sus conocimientos de Medicina Social y contestó muy seguro: “En la Universidad de Sanare”. En 1940 recibe un telegrama del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social que le decía que entregara los bienes de ese Puesto de Socorro al Dr. X que lo substituiría en su cargo. Dos días después el pueblo entero de Sanare salió a despedirlo.

Ahora quiero hacer una comparación entre los resultados obtenidos en la encuesta hecha en Sanare por el Dr. Bengoa, la cual no sólo fue aceptada por el M.S.A.S., sino también publicada por este Ministerio y la publicada por la investigadora María Nieves García del Centro de Medicina Experimental del Laboratorio de Fisiopatología de lVIC quien divulgó algunos resultados de un estudio realizado el año pasado sobre condiciones de vida en los estados Guárico, Portuguesa y Cojedes, según los cuales el 70% de los niños menores de ~ 2 años padece de anemia. En lugar de que estos datos fueran una señal de alarma y se prosiguiese ampliando la investigación, tanto el M.S.D.S. como Fundacredesa lanzan sendas aclaratorias para sugerir “un manejo más cuidadoso de los datos debido a las implicaciones que este tipo de información puede tener en los ámbitos de la realidad venezolana” Y en otros cuantos párrafos siguen descalificando los resultados dados por la investigadora.

Ésta contesta con una carta que termina diciendo “que hace votos para que se destinen más recursos y conocimientos para mejorar la situación del venezolano, más que para maquillajes estadísticos que no nos permiten ver la realidad”.

Lamentablemente Dr. Bengoa es que esa Venezuela que usted conoció cuando llegó a ella en 1938, la Venezuela de la convivencia, de la paz, la verdad, la concordia y la libertad se nos fue de las manos y retrocedimos a la época de Gómez en que no se podía hablar de epidemias, porque si no se hablaba de ellas pues no las había.

Pero sigamos con la trayectoria vital suya que es nuestra verdadera intención. Al llegar de Sanare a Caracas es nombrado Jefe de la Sección de Nutrición del M.S.A.S. AIIí estuvo hasta 1946 cuando se le da el cargo de Jefe de la División Técnica del Instituto Pro - alimentación Popular de Venezuela, allí permanece hasta 1949. En este periodo ocurre un acontecimiento muy importante para el Dr. Bengoa y es su matrimonio con Amaya Rentería, quien había llegado al país el año anterior, después de haber estado refugiada en Inglaterra a consecuencia de la Guerra Civil Española. En Caracas nacen sus primeros cuatro hijos: Miren Amaya en 1948, José María en 1949, Javier Rafael en 1951 y Miren Argia en 1953. El verano de 1955 lo pasó toda la familia en Elantxobe, pueblo donde nuestro Dr. Bengoa perdió su apellido pues lo llamaban “el marido de Amaya”. Como detrás de todo gran hombre está una gran mujer, Amaya lo ha sido no detrás sino al lado de su esposo en todas las circunstancias de su vida.

De 1949 a 1950 es Co-fundador del Instituto Nacional de Nutrición, de la Escuela de Nutricionistas y de Archivos Venezolanos de Nutrición, (en la actualidad Archivos Latinoamericanos de Nutrición).

De 1953 a 1996 -Miembro del Comité de Expertos de la O.M.S.

De 1955 a 1960 Adjunto al Departamento de Nutrición de la O.M.S. (Ginebra). De 1960 a 1962 Asesor de Nutrición de la O.P..S. (Washington).

De 1962 a 1974, Jefe del Departamento de Nutrición de la O.M.S. (Ginebra). De 1974 a 1980 Asesor de Política Social del Conicit de Venezuela.

De 1976 a 1985 Profesor del Curso de Post-grado de Planificación Alimentaria y Nutricional en la U.C.V.

De 1980 a 1983 Asesor de la Consejería de Sanidad y Seguridad Social del Gobierno Vasco. Osakidetza (Vitoria - Pais Vasco).

De 1983 a 1996 Director Ejecutivo de la Fundación Cavendes de Venezuela. De 1996 al año 2000 Consejero de la Fundación Cavendes. En el año 2000 se crea la Fundación Bengoa para continuar la labor de la extinta Fundación Cavendes.

Durante este tiempo ha publicado seis libros y más de 300 trabajos y conferencias y ha recibido veinte distinciones entre condecoraciones, órdenes y nombramientos de Socio Honorario. Yo mencionaré sólo tres:” Hijo Ilustre de Sanare” (Venezuela), “Héroe de la Salud de Venezuela” designado por la O.P.S. y el Gobierno de Venezuela y Diploma de la Academia Nacional de Medicina por tal motivo. Fue declarado “Vasco Mundial” por el diario Deia de Bilbao, en unión de otros 46 vascos, Bilbao, 18 de diciembre de 2003.

Dr. José María Bengoa: A medida que se van conociendo las personas se van admirando, yo pensaba que lo conocía bastante bien y lo admiraba mucho; pero hoy después de todo lo que he aprendido de usted y sobre usted, no tengo ninguna duda al decirle: usted es uno de los hombres solidario de los seres humanos desvalidos, más admirable que he conocido y la Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina se ha enriquecido sensiblemente con su presencia entre nosotros, acompañado naturalmente de Amaya.