Textos Clásicos

V. Ramalingaswami (1921-2001)

Supone una gran pérdida para la ciencia de la nutrición el reciente fallecimiento de V. Ramalingaswami (Rama para abreviar), en Mayo de este año, en Delhi. Rama fue en el siglo XX uno de los científicos más importantes en el área de la nutrición a nivel mundial. Tuve el privilegio de ser su amigo durante mas de 40 años. Su presencia en los Comités de Expertos de Nutrición de la OMS/FAO o como consultor eventual fue de un valor incalculable. Aunque su formación y ejercicio profesional fue principalmente la patología, Rama dominaba prácticamente todos los ámbitos de la ciencia nutricional, incluyendo la salud pública.

Rama se graduó de médico en 1946 y se doctorò en Oxford en 1951. Los trabajos de investigación del Profesor Ramalingaswami versaron principalmente sobre la definición y la descripción de los trastornos nutricionales más frecuentes en la India, el estudio de los mecanismos básicos de los trastornos nutricionales y la lucha contra esos trastornos en la colectividad. Con ayuda de sus colaboradores obtuvo notables resultados en los siguientes sectores: descripción del síndrome de malnutrición proteinocalórica en la India (1947), que fue el punto de partida del reconocimiento ulterior de este síndrome y de su importancia; descubrimiento del trastorno funcional básico en la malnutrición proteínica; eliminación virtual del bocio endémico en un grupo de la población india residente en las estribaciones del Himalaya mediante el empleo de sal yodada; diversas contribuciones al estudio de las hepatopatías en la India, gracias a los cuales ha sido posible establecer un programa de lucha contra las anemias gravídicas en la comunidad; diversas observaciones sobre la relación entre nutrición y aterosclerosis.

El Profesor Ramalingaswami fue miembro de la Academia India de Ciencias Médicas, de la Academia Nacional de Ciencias de su país y del Real Colegio de Médicos de Londres; miembro honorario del Colegio de Médicos de los Estados Unidos y corresponsal extranjero de la Academia Nacional de Ciencias de este último país. Entre las numerosas distinciones que recibió por su labor científica figuran el título de Doctor “honoris causa” por la Universidad de Andhra y el doctorado honorario en medicina del Instituto Carolika de Estocolmo. Desde 1952 mantuvo una estrecha relación de trabajo con la OMS, tanto en la Sede como en la Región de Asia Sudoriental. La Organización se ha beneficiado especialmente de su colaboración en los sectores de la nutrición, la enseñanza de la medicina, las enfermedades cardiovasculares y la regulación de la fecundidad. El Profesor Ramalingaswami fue miembro del Comité Consultivo de Investigaciones Médicas de la OMS.

Con motivo de recibir en 1975 el Premio Jaques Parisot, de la OMS, pronunció un discurso sobre “Nutrición biológica celular y desarrollo humano” que constituye un compendio filosófico de la vida.

A continuación transcribimos una parte sustancial del mismo, por considerar que dicho texto es ya un clásico de la ciencia de la nutrición.

J.M.B

Nutrición, Biología Celular y Desarrollo Humano

V. Ramalingaswami

En el cosmos conceptual del desarrollo, una célula debe empezar por proliferar (crecimiento) para luego especializarse o adquirir un carácter particular (diferenciación.) La suma de estos dos fenómenos constituye el desarrollo. Constituido al principio por una célula, el óvulo fertilizado inicia un peligroso viaje en las tinieblas del útero materno hasta transformarse, cuando llega el momento de nacimiento, en unos 200000 millones de células.

Al principio es un organismo ciego; el corazón empieza a latir a las tres semanas escasas de la vida intrauterina; el tiroides comienza a fijar yoduro y a utilizarlo a partir de las tres semanas; y los movimientos respiratorios pueden registrarse al cabo de 12 semanas. Los rudimentos del cerebro aparecen antes que los miembros, los brazos antes que las piernas y, entre tanto, el óvulo fertilizado va convirtiéndose en una persona humana viva y es posible incluso que adquiera un alma inmortal.

La vida no empieza sino que continúa, puesto que el óvulo fertilizado no está más vivo que el espermatozoide o el óvulo antes de su fertilización. Se ha comparado al feto con un cosmonauta, pues se le considera perfectamente aislado y protegido del “ambiente” materno; se ha dicho también que es un parásito completo de su madre. Hoy sabemos, sin embargo, que todo esto no es exacto pues, de hecho, el feto posee una notable autonomía, como lo demuestra el hecho de que su sistema endocrino es relativamente independiente del de la madre, la relativa autonomía con que se diferencian sus estructuras reproductivas y su capacidad para extraer de la circulación nutrientes que necesita frente a un gradiente desfavorable. Numerosos datos, sin embargo, hacen pensar que el crecimiento y la diferenciación in utero del feto están subordinados a una multitud de factores maternos, entre los que destaca por su importancia la nutrición de la madre.

Maternidad

En todas las sociedades se reconoce el carácter admirable y misterioso de la maternidad. A los niños se les considera con frecuencia como un don del cielo. En muchos medios culturales se acoge al nuevo ser con un sentimiento mezclado de asombro y responsabilidad. Mediante prácticas dietéticas especiales y otros medios, se hace lo posible para que la embarazada traiga al mundo un niño dotado de las características físicas y personales deseadas.

En su obra Anatomía de la melancolía, escrita en el siglo XVI, Robert Burton expone cómo el estado de ánimo, las emociones y las ideas de la madre influyen en el niño que lleva en su seno. “La madre pone en peligro a su hijo si está descontenta o intranquila o, por alguna razón, afligida o aterrorizada a causa de haber visto u oído alguna cosa temible”. En muchos medios culturales pueden encontrarse ejemplos que sugieren la gran influencia ejercida por el estado de ánimo de la madre sobre el carácter del hijo.

La madre y el hijo

Desde el nacimiento hasta el destete, la lactancia natural mantiene un nexo nutriológico entre la madre y el hijo. En muchos países en desarrollo donde es tradicional que los niños se críen al pecho, este nexo puede durar de uno a dos años. En tales países, la lactancia natural incumbe naturalmente a la madre. Esta da de mamar a su hijo en los lugares más diversos: en el mercado, al borde de la carretera, en el andén de una estación de ferrocarril, en el campo, en el interior de un autobús, sobre una carreta de bueyes, etc. Esta lactancia en público crea una aura de vinculación personal entre la madre y el niño.

Biología del crecimiento y del desarrollo

A partir del momento de la concepción se inicia una neoformación celular que se acentúa durante el embarazo para disminuir gradualmente y estabilizarse después en la época de la maduración, cuando se equilibran la producción y la pérdida de células. El crecimiento y el desarrollo biológico se caracterizan por cuatro procesos básicos: formación de nuevas células, migración de éstas, diferenciación celular y muerte de las células. A partir del momento de la concepción el organismo sigue un complejo curso de desarrollo morfológico y maduración funcional que no siempre se produce al mismo ritmo ni al mismo tiempo en un órgano dado. Así, por ejemplo, mientras que la diferenciación morfológica de los tipos celulares se inicia al comienzo de la vida fetal en el hígado, las células formadas no son funcionalmente maduras y, de hecho, la maduración funcional se prolonga hasta después del nacimiento. Las células dotadas de una gran capacidad de proliferación, por ejemplo, las de las criptas intestinales y las de la médula ósea, están menos diferenciadas que las no proliferantes, tales como las de las vellosidades intestinales y las de la sangre periférica.

Los diferentes órganos presentan distintos ritmos de proliferación celular en las diferentes fases del desarrollo. En algunos, como el cerebro, la proliferación celular es rápida y precoz, con lo que la población celular final se constituye en ellos mucho antes que en la mayoría de los demás, los cuales siguen presentando divisiones celulares durante mucho más tiempo. En los mamíferos, el periodo perinatal se caracteriza por una gran labilidad bioquímica. En el desarrollo existen periodos críticos en los que intervienen factores dependientes del tiempo, por ejemplo, la aparición de nuevas proteínas enzimáticas con sus cofactores, la desaparición de inhibidores, ciertos reajustes citoarquitectónicos y la aparición de hormonas. La diferenciación funcional se manifiesta en la célula por la presencia de organelos, por la diferenciación de la membrana o por la disponibilidad de sistemas enzimáticos específicos, mientras que en los órganos supone la yuxtaposición de poblaciones celulares y de elementos tisulares, así como la uniformidad con que se alcanza la madurez funcional. Los mecanismos genéticos y hormonales de regulación y los procesos de formación de proteínas de muchos tipos intervienen como mediadores del crecimiento y del desarrollo. Además, diversas vicisitudes bioquímicas y fisiológicas aparición, desaparición y regulación de proteínas de muchos tipos y funciones diferentes constituyen el armazón subyacente de los fenómenos de crecimiento y desarrollo del organismo que va a nacer.

Nutrición y biología celular

Las carencias proteínicas y energéticas de las embarazadas, madres lactantes, recién nacidos y niños pequeños plantean un grave y urgente problema sanitario en los países en desarrollo. Según hoy se piensa, el número de niños menores de cinco años con graves carencias de proteínas y energía pasa continuamente de 10 millones. Si a esta cifra se añaden las formas moderadas de déficit proteínico y energético, cabe suponer que asciende a 100 millones el número de niños afectados. Tanto en los animales de laboratorio como en el hombre se ha demostrado que los procesos biológicos básicos del crecimiento y del desarrollo antes descritos se trastornan en presencia de la malnutrición proteinoenergética.

La depleción de proteínas y energía origina esencialmente una formación más lenta de las células. Este fenómeno, unido a la rápida descomposición del ARN citoplásmico y una reducción de la síntesis de las proteínas, constituye la reacción celular básica frente al déficit preoteinoenergético. La migración celular es un proceso gobernado por las características de la membrana de las propias células. La aparición de características de la membrana dependientes del tiempo forma parte de la diferenciación celular. La migración celular está sometida a un control metabólico. La diferenciación de las células se caracteriza por la aparición de estructuras o funciones específicas de aquéllas.

Hay pruebas de que las deficiencias de proteínas y de energía influyen considerablemente en todas características básicas del crecimiento y del desarrollo, es decir, en la formación, la migración, la diferenciación y la muerte de las células. En general, las carencias de proteínas y de energía perturban la capacidad del organismo para producir nuevas células y para sintetizar y segregar proteínas. En consecuencia, la capacidad reactiva del organismo frente a las agresiones microbianas, tóxicas o genéticas queda considerablemente reducida. Sobre la base de estas dos reacciones es posible explicar todo el espectro patobiológico de la deficiencia proteinoenergética, es decir, la disminución de la síntesis de proteínas en el hígado y el páncreas, la atrofia intestinal, la hipoplasia de la médula ósea, la interrupción del crecimiento esquelético, la hiporreactividad inmunológica y las deficiencias y alteraciones de la composición del cerebro.

En estas carencias se produce un trastorno de la replicación del ADN con degradación rápida del ARN citoplásmico, tanto en el caso del crecimiento ontogénico normal del periodo prenatal y posnatal como en el del crecimiento vicariante. Los efectos de la depleción proteínica sobre la formación, la migración y la muerte de las células son especialmente patentes en un sistema celular como el del intestino delgado, donde el proceso de división y diferenciación celular es continuo.

Nutrición y competencia inmunológica

El efecto de las carencias de proteínas y energía sobre la reactividad inmunológica tiene gran importancia desde el punto de vista de la salud pública. La competencia inmunológica comprende la proliferación y la diferenciación primarias de los linfocitos no reactivos en ciertos órganos centrales como la médula ósea y el timo, así como la proliferación y la diferenciación de los linfocitos reactivos frente a los antígenos cuya presencia es indispensable para que se desarrollen los fenómenos de inmunidad en los tejidos linfoides periféricos (ganglios linfáticos y bazo). Hay indicios de que las carencias proteinoenergéticas perturban la competencia inmunológica en varios niveles, dejando así al organismo vulnerable frente a las infecciones e infestaciones. El número de células, así como los movimientos y la diferenciación de éstas, constituyen así un intrincado sistema de regulación que influye en el crecimiento y en el desarrollo celulares de una manera heterogénea y sometida a continuas variaciones. Cuando el embarazo llega a su segunda mitad el feto humano presenta una heterogeneidad de sus células T y B y células fagocíticas y sintetiza componentes del complemento. La experiencia antigénica ulterior al nacimiento provoca una rápida expansión de ciertas clonas de células T y B, así como la producción de anticuerpos circulantes.

La cinética de la proliferación celular del sistema inmunitario se altera en las carencias proteinoenergéticas y la inmunidad celular se hace especialmente vulnerable. Apenas se conocen los efectos de la privación nutricional, de las hormonas (especialmente los corticosteroides) y del sistema inmunitario de la madre sobre el desarrollo del sistema inmunitario fetal. El hecho de que un solo linfocito pueda segregar en sus inmediaciones unas 3000 moléculas de anticuerpos por segundo dará una idea de las actividades del sistema y de sus necesidades nutricionales.

Cronología celular y periodos críticos del desarrollo

Los clásicos experimentos de McCance y Widdowson han demostrado que el momento en que se produce la agresión nutricional influye mucho en las consecuencias de ésta sobre el crecimiento y el desarrollo. Esta "cronología " celular está relacionada con los periodos críticos del desarrollo y comprende el comienzo de la proliferación celular, el ritmo de ésta y la migración de las células. La cronología celular constituye, pues, una base fundamental del desarrollo. Según Robert McCance, el desarrollo es una carrera contra el reloj. El gran anatomista Leblond, de la Universidad McGill, ha dicho: "Con el tiempo descubrimos el movimiento, éste produce la sensación de vida y la vida consiste en una tremenda proliferación de moléculas y de células; y sin embargo, el orden reina y la organización es solidísima. Convendría que contempláramos con una actitud de reverencia los misteriosos movimientos de la vida en la naturaleza. "Durante el desarrollo existen periodos críticos en los que intervienen factores dependientes del tiempo, los cuales se manifiestan tanto en la neoformación como en la diferenciación de las células.

En los animales se ha demostrado que las alteraciones de la nutrición pueden tener consecuencias permanentes si ocurren durante un periodo crítico del crecimiento. Cuanto antes sobreviene el trastorno nutriológico, más pronunciado será el retraso del crecimiento y menos probable la recuperación. Leblond y Winick han precisado el concepto de crecimiento expresándolo como un aumento del número de células y del tamaño de éstas en función del tiempo durante el periodo de desarrollo. A su vez, Winick y Noble han demostrado en la rata lactante que la malnutrición, cuando se produce al poco tiempo del nacimiento, deja secuelas permanentes en el crecimiento de los órganos por perturbar la división celular, con el resultado de que los órganos poseen menos células de lo normal. Este trabajo ha sido el punto de partida de una serie de estudios intensivos realizados en los últimos años acerca de la posibilidad de que la malnutrición origine defectos permanentes en el crecimiento somático y cerebral de los animales y del hombre. Según Dobbing, las regiones del cerebro donde más rápida es la división celular son también las más vulnerables a los efectos de la malnutrición. Y es probable que, teniendo en cuenta los diferentes tipos regionales de crecimiento del cerebro, los efectos de la malnutrición sobre éste difieran también según las regiones.

Nutrición y crecimiento cerebral

En el cerebro, los procesos de desarrollo se producen en diferentes momentos, en diferentes regiones y de diferentes modos. La sucesión espacial y temporal de los fenómenos está muy organizada y la vulnerabilidad difiere según las regiones. Desde el punto de vista del desarrollo, en la malnutrición se observan tres importantes parámetros que conviene reconocer: la gravedad de la malnutrición, su duración y el momento en que se produce. Este último es importante a causa de la existencia de periodos transitorios de hipersensibilidad durante las fases de aceleración del crecimiento. En el caso del cerebro estos periodos no se repiten, por lo que el hecho de que las transiciones no se produzcan en el debido momento puede ser causa de una invalidez permanente. Cabe así la posibilidad de que sólo haya una oportunidad para el buen crecimiento y desarrollo del cerebro y, en consecuencia, es preciso ofrecer a éste condiciones óptimas en los periodos críticos.

El "calendario" del desarrollo cerebral defiere mucho entre las distintas especies animales. En el momento en que se produce el máximo crecimiento cerebral coincide con el periodo fetal en el cobayo y con el perinatal en el cerdo, mientras que es predominante postnatal en el hombre y totalmente postnatal en la rata. Si durante ese momento se produce una restricción del crecimiento puede originarse un retraso irreversible. En el hombre la multiplicación de las neuronas cesa casi por completo en el segundo trimestre del embarazo y la fase de máximo desarrollo cerebral se inicia en el tercer trimestre de la vida postnatal para terminar a fines del segundo año. Durante este periodo tiene lugar en el cerebro una multiplicaciòn glial ( predominante oligodendroglial) explosiva, con rápida síntesis de lípidos y mielinización. La fase hipertrófica de crecimiento neuronal coincide con la fase hiperplásica de las células gliales. Se ha demostrado que, durante este periodo, todo déficit proteinoenergético grave reduce el número de células y perturba la mielinizaciòn. Las células afectadas son en su mayoría gliales. El tamaño del encéfalo se reduce; la perturbación afecta sobre todo al cerebelo, por ser la parte del encéfalo que crece con más rapidez en esta fase.

Pese a todo lo que se sabe acerca de las deficiencias y distorsiones físicas del cerebro desde el punto de vista del número de células, la mielinización y la actividad enzimática, subsisten grandes incertidumbres en cuanto a la aplicación de esos conocimientos al proceso de maduración mental. Por desgracia, no conocemos las bases físicas de la actividad mental superior, que probablemente reside más en los circuitos del cerebro - es decir, en el sistema de arborizaciones dendríticas y conexiones sinápticas - que en el número de células.

La malnutrición en el hombre

¿En qué medida son aplicables al hombre los resultados de estos estudios básicos sobre la composición del cerebro, habida cuenta de la variedad de contextos nutriológicos y socioculturales en los que tienen lugar el crecimiento y el desarrollo humano? El feto humano puede crecer bien hasta el segundo trimestre a pesar de la malnutrición. Hasta el tercer trimestre, que es precisamente cuando se inicia la fase del crecimiento acelerado del cerebro, no son detectables en el feto los efectos de la malnutrición materna. En la bibliografía pueden encontrarse pruebas abundantes de que el crecimiento del feto se retrasa en las épocas de privación nutricional y que los recién nacidos suelen pesar menos en los países en desarrollo donde abundan la malnutrición y las anemias, los intervalos entre los embarazos suelen ser cortos y las mujeres alternan sin transición los embarazos con las lactancias. El peso de los recién nacidos presenta un gradiente socioeconómico dentro de los grupos étnicos. Según demuestran claramente los estudios realizados por la OMS en 37 países, en los países menos desarrollados los recién nacidos tienden a presentar un peso bajo en relación con la edad gestacional.

Los estudios realizados en el hombre han demostrado que existe una clara asociación entre el retraso del crecimiento somático y cerebral y el desarrollo mental en los niños con antecedentes de malnutrición grave en la primera infancia. Sin embargo, en los niños de los países desarrollados la malnutrición se asocia con otros factores ambientales, entre los que cabe destacar la falta de estimulación sensorial resultante de las condiciones socioeconómicas y culturales, así como diversos tipos de infecciones. Conviene pues tener muy en cuenta la influencia de otros factores restrictivos que coinciden con los nutricionales en las colectividades económicamente débiles. Las restricciones sufridas en los primeros momentos de la vida pueden dar lugar a perturbaciones funcionales y a una limitación de las experiencias perceptivas, maternas y sociales. Sabido es que las primeras influencias que recibe el niño contribuyen mucho a transformar el potencial genético en realidad fenotípica; por otra parte, las posibilidades latentes que encierra el ser humano tienen más probabilidades de manifestarse si el ambiente social es diverso y estimulante. La monotonía y la uniformidad del medio ambiente y la limitación de las experiencias vitales mutilan el crecimiento intelectual.

Como ha sostenido René Dubos, la uniformidad del entorno y la conformidad absoluta del comportamiento pueden ser peligrosos para el desarrollo; la diversidad, a juicio de este autor, es mucho más importante que la eficacia. Cada hombre es el fruto de una entidad germinal modeladas por las circunstancias exteriores. Incluso es posible que los efectos de la malnutrición materna sobre el rendimiento mental futuro del feto sean insignificantes en comparación con los del medio socioeconómico y cultural en el que el niño crece.

El síndrome de la miseria se caracteriza por bajos ingresos, instrucción deficiente, malas condiciones de higiene, comida escasa, episodios repetidos de enfermedades infecciosas, número excesivo de hijos, parto demasiados seguidos, inestabilidad familiar, descuido por parte de los padres, bajo nivel social, etc. Todos estos factores establecen el círculo vicioso del "subdesarrollo enconado" y ejercen una influencia decisiva sobre el crecimiento y desarrollo del niño. Este puede pasarse enfermo casi la tercera parte de sus primeros dos años de vida a causa de la malnutrición y de las infecciones. Si, a pesar de estos episodios, sobrevive, su existencia será una sucesión ininterrumpida de dificultades consecutivas al dramático impacto de sus primeros años de vida, que le convertirán en un ser humano distinto con una constitución corporal diferente, especiales características biológicas y de comportamiento, asimetría de las proporciones del cuerpo y crecimiento inarmónico. Estas manifestaciones constituyen el síndrome de la privación social.

En general se admite que las influencias modeladoras del ambiente biológico, la "envoltura" cultural y la experiencia individual ejercen una interacción con el patrimonio genético del individuo. El rápido crecimiento del cerebro del feto y del recién nacido no sólo depende de una nutrición adecuada sino también de los sentimientos y de los conocimientos. El hecho de que el niño dependa tanto de los cuidados de los adultos y de la "intuición" de la madre ofrece una ocasión única para favorecer el desarrollo mental y afectivo óptimo, mediante una atención adecuada, o para menoscabar y deformar ese desarrollo por negligencia. En dos recientes simposios se ha hecho una revisión de los conocimientos actuales sobre las relaciones entre la malnutrición precoz y el desarrollo mental, y se han puesto al día los resultados de diversos estudios básicos e investigaciones conjuntas sobre el terreno.

El interés de los especialistas, que hasta ahora se centraba en el estudio descriptivo del crecimiento y del desarrollo de los niños malnutridos, se dirige ahora al estudio de la nutrición, normal o deficiente, como una variable - sin duda importante - dentro del marco general del macro y del micro-ambiente. Al mismo tiempo se ha pasado del concepto de retraso clínico a la noción de desarrollo lento de la competencia intelectual, social y volitiva, noción que trae consigo la esperanza de un restablecimiento mediante la rehabilitación.

Perspectivas

Es evidente que quedan todavía muchas cuestiones pendientes: ¿En qué medida se encuentra el niño realmente protegido contra el ataque de la malnutrición durante su estancia en el vientre materno? ¿Hasta qué punto la vida in útero amortigua las variaciones de la alimentación materna? ¿Cuándo desciende la concentración de nutrientes en la sangre materna, en qué medida la placenta compensa ese descenso modificando la infusión, la absorción y el transporte de nutrientes en la circulación fetal? ¿Cómo interactúan el patrimonio genético, las influencias ambientales y la nutrición para que se produzca la evolución final de la estructura y las funciones del hombre?

¿Cómo se manifiestan realmente en el comportamiento funcional las alteraciones de la estructura física y de la composición química del cerebro que se observan en las deficiencias proteinoenergéticas? ¿Hasta qué punto la reducción del número de células cerebrales es de por sí un factor decisivo en las funciones de adaptación y aprendizaje? ¿Qué efecto ejercen las deficiencias de proteínas y de energía sobre las aminas biógenas y otros neurotransmisores? ¿En qué medida las deficiencias proteinoenergética afectan realmente a los circuitos cerebrales? ¿Cuáles son los reajustes compensatorios que se producen en el cerebro y en otros órganos como consecuencia de la depleción proteinoenergética? ¿ Existen "relojes" biológicos inmutables en la proliferación y la diferenciación de las células, o pueden mitigarse mediante una rehabilitación nutricional los efectos deletéreos de la malnutrición sobre estos procesos de desarrollo, incluso después del momento de máxima vulnerabilidad? ¿Pueden atenuarse las consecuencias de la malnutrición precoz sobre el comportamiento mediante la estimulación externa durante el periodo previo al destete?

No cabe duda de que éstos y otros problemas seguirán reclamando nuestra atención en el futuro. Aun admitiendo que no podamos deslindar los efectos de la malnutrición de otras deficiencias ambientales, es evidente que existe una asociación entre el complejo nutriciòn-ambiente, por una parte, y el proceso de crecimiento y desarrollo físico y mental, por otra. Desde el punto de vista práctico, la conclusión es clara: nuestra acción exige un ataque múltiple, basado en la nutrición, el estímulo educativo y la modificación ambiental. Disponemos ya de suficientes conocimientos que podemos aplicar directamente al mejoramiento de la condición humana. Los problemas sanitarios con que tropezaban los países desarrollados en el siglo XIX - y que ahora atormentan a los que aún están en desarrollo - se abordaron mucho antes de que se conocieran sus causas y mecanismos.

El último trimestre del embarazo y los dos primeros años de vida postnatal ofrecen las mayores oportunidades para lograr un desarrollo y un crecimiento óptimos del hombre. Sin ignorar la gran contribución de otros factores del medio distintos de la nutrición, tenemos la posibilidad de tomar medidas que permitan desarrollarse al cerebro y a los diversos órganos de acuerdo con el potencial genético del niño mediante la administración de suplementos dietéticos adecuados a las embarazadas, a las madres lactantes, a los recién nacidos y a los niños de edad preescolar. Hoy está ya demostrado que la administración de un sencillo suplemento calórico durante el último trimestre del embarazo aumenta el peso del recién nacido. Los escasos recursos disponibles nos obligan a elegir las estrategias más apropiadas para que podamos defender y proteger la vida humana desde que se inicia en el útero materno y hasta el momento en que el sujeto alcanza la edad adulta.

Gracias a esta acción podríamos abrigar la esperanza de transmitir a millones de niños que aún no han nacido el patrimonio y la dignidad inherentes a la condición humana. Si dividimos la cantidad de alimentos que hoy existen en el mundo por el número total de habitantes veremos que es posible satisfacer las necesidades biológicas de todos hombres. Consagremos pues todo nuestro valor moral y toda nuestra determinación al logro de esta forma de justicia social. El hombre, que es el principal producto de sí mismo, sólo alcanza su plenitud humana cuando sus preocupaciones rebasan el ámbito familiar y nacional para extenderse a toda la humanidad.

  1. Crónica de la OMS. Vol 29 agosto 1975.