Editorial

Hambre crónica

Maritza Landaeta-Jiménez

En el mundo el hambre crónica es la responsable del 90% de las muertes por hambre mientras que el 10% restante son consecuencia de hambrunas y guerras, pero, éstas últimas trascienden más y mueven la opinión pública.

El hambre crónica afecta hoy en día a más de 850 millones de personas en el mundo. Es la principal causa de muertes en el planeta, 25.000 personas cada día mueren por causas relacionadas con la falta de alimentos, más incluso que el SIDA, la tuberculosis y la malaria juntas, según el Programa Mundial de Alimentos.

Lamentablemente las personas que pasan hambre crónica, no disponen de la energía necesaria que les permita desarrollar una vida activa. La subnutrición limita su desarrollo intelectual, el aprendizaje, el trabajo o la práctica de cualquier actividad que requiera esfuerzo físico. Los niños subnutridos crecen y se desarrollan más lento que los niños saludables, pero la magnitud de sus alteraciones cognitivas puede ser irreversible. El hambre crónica debilita el sistema inmunológico y les hace más vulnerables a enfermedades e infecciones. Pero también las madres que pasan hambre de forma continua tienen recién nacidos de bajo peso, con retardo de crecimiento y, mayor riesgo de muerte al igual que sus madres.

En nuestro país, se encienden las luces de alarma ante el desabastecimiento, la escasez y la inflación en los alimentos, que impone restricciones para lograr una alimentación saludable en la población venezolana. Esta situación está condicionando un estado de subnutrición crónica, que en el año 2009 afectaba al 13% de los niños en nuestro país según la OMS.

Lograr una dieta saludable es cada vez más difícil de alcanzar por la familia, debido a la pérdida del poder adquisitivo, inflación y restricción en el acceso a los alimentos. La disponibilidad no es regular, ni oportuna y la distribución no siempre cumple con los criterios de calidad e inocuidad. Esta situación, entre otras causas, se debe a la reducción de la producción nacional, en casi todos los rubros, en especial leche, carne, frutas y vegetales y a la ineficiencia en las divisas que se destinan a la importación de alimentos. La familia ante la situación descrita, compra alimentos que aportan más calorías a bajo costo, tales como carbohidratos y grasas.

Es preciso que el país responda con intervenciones para garantizar la seguridad alimentaria, la reducción de la carga infecciosa de la desnutrición infantil y el cuidado de los individuos y familias afectadas por la malnutrición tanto por déficit como por exceso.

“El hambre ha sido, desde siempre, la razón de cambios sociales, progresos técnicos, revoluciones, contrarrevoluciones. Nada ha influido más en la historia de la humanidad. Ninguna enfermedad, ninguna guerra ha matado más gente. Todavía, ninguna plaga es tan letal y, al mismo tiempo, tan evitable como el hambre” Martín Caparrós, Hambre.