Conferencia

De, con, en, sobre, tras la pobreza

About, with, in, against poverty
José María Bengoa1


1Conferencia dictada en la Universidad Simón Bolívar.
15 de Noviembre de 1990, pero que no fue publicada.

Lo primero que nos tenemos que preguntar es el qué sobre la pobreza, es decir ¿Qué es la pobreza?. De hecho existen muchas dimensiones y perspectivas. Es muy posible, quiero decir, es seguro que las familias aristócratas de hace 3 ó 4 siglos vivían en condiciones, desde muchos puntos de vistas, peores que los pobres de hoy. También puede ser distinta la pobreza en Oriente u Occidente, Norte o Sur. De hecho, pues, hay muchas pobrezas y su significación es relativa.

  1. El mestizaje de tres pobrezas
  2. Empecemos por señalar que la pobreza de hoy en América Latina es el mestizaje de tres pobrezas ocurridas durante los últimos 5 siglos.

    El mestizaje biológico y cultural en América Latina ha sido un hecho trascendental y único en la historia de la humanidad. Porque no se ha tratado de un mestizaje entre grupos étnicos, vecinos, como ha sido el caso en Europa, sino un mestizaje de etnias lejanas en la historia y la geografía. Es un mestizaje de tres continentes, y acaso cuatro, con características biológicas muy distintas. Por ello el proceso requiere mucho más tiempo, y acaso, tanto en lo biológico como en lo cultural, tengamos un mestizaje inconcluso, inacabado.

    Es posible que ante la historia, un proceso que apenas lleva cinco siglos sea insuficiente para la formación de un nuevo pueblo. Tal vez nos ha faltado contemplar el fenómeno latinoamericano con una perspectiva más amplia.

    Por eso hay pensadores que critican la falta de identidad latinoamericana y se lamentan de que no sabemos cómo llamarnos, ¿latinoamericanos, iberoamericanos, hispanoamericanos?, no sabemos tampoco cómo llamar a aquel acontecimiento colombino.

    Todo ello es explicable en un subcontinente en formación, resultado de un mestizaje único en la historia.

    Pero junto al mestizaje biológico y cultural nos encontramos además, con un mestizaje de tres pobrezas, que ha dado lugar a la pobreza que venimos padeciendo desde hace cinco siglos.

    Somos sin duda un subcontinente subdesarrollado y pobre, producto de un mestizaje de varias pobrezas. Porque pobres fueron los que estaban aquí, y pobres los que fueron llegando de Europa, y pobres, más aún, los que fueron trayendo de África.

    Dice Arturo Uslar Pietri, que cuando los españoles llegaron a América “traen su Edad Media a cuestas”, es decir, su pobreza al hombro.

    Esta herencia de tres pobrezas superpuestas hace de nuestra pobreza de hoy, un mosaico de muchas pobrezas, cada una de ellas con sus peculiaridades de reacción diferentes, a pesar de estar viviendo sobre la misma tierra, rica como pocas regiones del mundo. Y he aquí una de las grandes paradojas de nuestra pobreza.

  3. Clasificación de la pobreza según la CEPAL
  4. Según la CEPAL, serían pobres aquellas familias cuyos ingresos fueran menores al doble del costo de la canasta alimentaria familiar. Es decir, una familia debe disponer de suficientes ingresos para no gastar más de un 50% en la compra de alimentos. La misma CEPAL señala que se definiría como pobreza extrema o miseria cuando los ingresos no alcanzan para adquirir el valor de la canasta alimentaria normativa. Es decir que si una familia aún gastando todos sus ingresos no puede adquirir los alimentos necesarios, caería en la pobreza extrema o indigencia.

    Esta clasificación ha sido utilizada por la CEPAL durante varios años y ha tenido la virtud de poner el acento en la alimentación, es decir, es un bien básico de supervivencia. Esta clasificación tiene, sin embargo, la desventaja de considerar únicamente los ingresos y es evidente que la pobreza está envuelta en otros muchos elementos subjetivos y objetivos.

  5. La pobreza de acumulación y la de mantenimiento
  6. Por eso la Comunidad Europea establece una división entre la pobreza de acumulación y la pobreza de mantenimiento. La primera se medirá por el inventario de bienes “acumulados” en el hogar a través de los años, acaso a través de generaciones. Son los hogares con viejos y escasos muebles, camas insuficientes y carencia de bienes tecnológicos modernos, como neveras, lavadoras, etc.

    En cambio la pobreza de mantenimiento se mediría en función de los ingresos y en este caso podría utilizarse la misma clasificación de la CEPAL. No obstante es interesante haber separado los 2 tipos de pobreza, ya que presenta características muy diferentes de índole cultural. En cierto modo la clasificación de Graffar, modificada por Hernán Méndez Castellano, atiende más a la pobreza de acumulación que a la de mantenimiento ya que no toma en cuenta los ingresos familiares.

    Sin embargo, el Banco Central utiliza la clasificación de la población en cuatro estratos según los ingresos y mediría solamente la pobreza de mantenimiento.

    En la crisis que hoy padece Venezuela la clase media está cayendo en una pobreza de mantenimiento, mientras que en las clases populares a la pobreza de acumulación, heredada por generaciones, viene sumándose la pobreza mantenimiento.

  7. La pobreza interna y la externa
  8. Walter, en 1973, distinguía la pobreza interna de la externa y a mi me ha parecido una división muy útil. La pobreza externa estaría caracterizada por escasos ingresos y correspondería a la pobreza de mantenimiento. En tanto que la pobreza interna se potenciaría o agravaría en función de la agregación de otros elementos como pueden ser la inestabilidad familiar, el alcoholismo del padre, la enfermedad crónica de alguno de los miembros de la familia, la debilidad mental, la ignorancia extrema, etc. En estos casos, junto a la escasez de los ingresos se une la incapacidad e imposibilidad de salir solo de la pobreza. Son familias que se hallan hundidas en la desesperación y contemplan la vida con un insufrible sentimiento de impotencia. En estos casos de pobreza interna las medidas del Gobierno, tales como salarios mínimos, política de empleo, etc., no les alcanzan. Viven realmente al margen de cualquier incentivo de carácter público.

  9. La pobreza de antes en Europa y sus diferencias con la pobreza de hoy en América Latina
  10. No parece ocioso preguntarse si la pobreza que hoy se padece en América Latina es distinta a la pobreza que padeció Europa en el pasado

    En primer lugar se podría destacar que la pobreza en Europa se desarrolló entre ráfagas de epidemias y hambrunas que diezmaban la población cada cierto tiempo. Por lo general las epidemias hacían disminuir la fuerza de trabajo y, en consecuencia, la producción agrícola local. Era el hambre por falta de hombres. La peste bubónica en el siglo XIV causó en Europa millones de muertes, que trajo como consecuencia una de las hambrunas más mortíferas de la historia. En Irlanda, en 1845, sucedió a la inversa: a la hambruna siguió una epidemia de tifus que acabó por diezmar a los supervivientes.

    Entre esas ráfagas de desolación y muerte, la población sobrevivía en condiciones de pobreza extrema, peores en muchos aspectos a los hoy padecen los países en vías de desarrollo. Las epidemias y hambrunas que se padecen hoy en estos países no tienen el carácter de gravedad que revistieron en el pasado, entre otras cosas porque hay acceso a una atención y medidas de socorro inmediatas que no existían antes. Esta es una diferencia a destacas para comprender la pobreza de hoy.

    La pobreza en Europa en siglos pasados era pues de gravedad extrema, inimaginable en los tiempos actuales. Los horarios de trabajo eran de 14 a 16 horas diarias, los salarios eran tan bajos que toda la familia, incluyendo los más pequeños, se veían en la obligación de contribuir al sustento familiar. Aún así, del ingreso total familiar se veían obligados a gastar la mitad solamente en pan. Una pequeña subida del precio de este alimento podía suponer el hambre aguda de todos los miembros de la familia. Casi todos los movimientos de lucha obrera (muchas veces sangrientos) en Suiza, por ejemplo, fueron debidos a cuestiones relativas a la subida del precio del pan.

    Las viviendas frías en insalubres asociadas a índices altísimos de tuberculosis, y la mortalidad general era de 30 por mil; es decir, tres veces más alta que en la mayoría de los países en vías de desarrollo, y precisamente esa gravedad, esa dificultad de sobrevivir obligaba a la población a una lucha desesperada, al ahorro de centavos, a la búsqueda de leña, una previsión continua a favor de la supervivencia que, de no lograrse, acarreaba inexorablemente la enfermedad y la muerte, tal vez en el invierno próximo. Los procesos agudos respiratorios y las enfermedades infecciosas llamadas propias de la infancia (difteria, escarlatina, sarampión y otras) reducían en pocos años familias con ocho o diez nacimientos a dos o tres sobrevivientes.

    En especial en los países tropicales, la pobreza de hoy permite una supervivencia prolongada, triste, y lamentable en cuanto a la calidad de la vida, pero no exige el mismo carácter perentorio; se debate entre ser rico o pobre, pero no entre vivir o morir. Lo que biológicamente caracteriza a la pobreza de los países tropicales es la gran prevalencia de procesos parasitarios crónicos, poco frecuentes en los países europeos aun en las épocas de mayor pobreza. Procesos parasitarios que causan muertes, pero que forman parte de patología social y que dificultan el desarrollo biológico adecuado de la población. Esta es una característica de la pobreza tropical de hoy, ante la cual el hombre no reacciona con el mismo ímpetu y energía que si tuviera que luchar por la supervivencia.

    Las condiciones climáticas favorables en el trópico permite a la población sobrevivir con más pena que gloria, pero sin temor al reto estacional del frío, enemigo inmisericorde de la pobreza (Nada más conmovedor que los niños que habitan los páramos del altiplano andino: pobreza y frío).

  11. Los componentes de la pobreza
  12. Es de interés observar que entre los componentes de la pobreza no todos tienen el mismo peso y trascendencia social. Es muy posible que una muchacha que se haya criado en un ambiente muy pobre, con vestidos maltrechos, con frecuencia sucios, pueda, si la suerte le acompaña, en el futuro adaptarse rápidamente a una vida de confort en su vestimenta, con una presencia atrayente y vistosa, es decir que el haber tenido una vida infantil con harapos no impide que posteriormente, si la suerte la acompaña, se acomode a una vida en su presentación social.

    También es posible que un hombre que haya sido criado en un rancho de condiciones materiales ínfimas, pueda, si la suerte lo acompaña, adaptarse rápidamente a una vivienda cómoda y hasta lujosa.

    Esto quiere decir que en ciertos componentes de la pobreza, el vestido, la vivienda y acaso alguno más, la pobreza no deja marcas y puede adaptarse rápidamente a una nueva forma de vivir.

    Pero eso no ocurre ni con la nutrición, ni con la educación que dejan huellas imborrables a lo largo de toda la vida. Un niño desnutrido en los primeros años de la vida quedaría marcado en su desarrollo físico y funcional con carácter irreversible. Lo mismo ocurre con la educación ya que un ser que no hizo ningún grado escolar o apenas 2 ó 3, quedaría así mismo marcado para toda la vida por mucha fortuna que pueda adquirir, si la suerte lo acompaña.

  13. Pobrezas focales
  14. En el fondo, por lo que venimos diciendo, existen muchas formas de pobreza. Es muy distinta la pobreza de los caficultores de los Andes a la de los cortadores de caña de Aragua o la de los pescadores de Oriente. Cada una de estas pobrezas tiene sus características propias y posiblemente tienen sus soluciones propias. A nivel urbano se podría señalar que es muy distinta la característica de la pobreza entre los hogares cuyo jefe es una mujer abandonada y la pobreza de los ancianos jubilados o pensionados. Sería por lo tanto necesario homogeneizar ciertos tipos de pobreza que podrían tener una solución con un enfoque particular. Es conveniente por lo tanto pensar en identificar los tipos de pobreza que puedan existir en el país y que presenten características que las diferencien de otras pobrezas. Esto no quiere decir que cada pobreza tenga que tener necesariamente una solución independiente y aislada, sino que junto a las medidas de carácter general, como puede ser la política de empleos, salarios o viviendas, debe existir cierto enfoque individualizado según el tipo de pobreza. En estos momentos en que los estados tienen Gobernadores elegidos por sufragio popular, es muy posible que se vayan delineando enfoques particulares según las características de la pobreza de cada estado. Cuyas políticas serían complementadas por otras, de carácter más general, llevadas a cabo por el Gobierno Central.

  15. Vulnerabilidad de los niños
  16. En el contexto de la pobreza, la población infantil sufre las consecuencias en mayor grado que los adultos. El UNICEF ha llamado recientemente la atención sobre el efecto de la crisis mundial actual sobre los niños (Memoria UNICEF 1990).

    El mundo pobre dice el UNICEF está pagando al mundo rico 178.000 millones de dólares anuales. Como consecuencia de ello muchos países en desarrollo han reducido el gasto público en salud, nutrición y educación en los últimos cinco años, “Esto significa, que las peores consecuencias de la crisis de endeudamiento recaen sobre el desarrollo físico y mental de la infancia del mundo pobre”.

    Tras varios decenios de avances continuados, amplias zonas del mundo en desarrollo han experimentado un retroceso en los años ochenta.

    Los ingresos medios se han reducido en un 10% en América Latina y un 25% en el África subsahariana. “Para los muy pobres que se ven obligados a dedicar tres cuartas partes de sus ingresos a la compra de alimentos”, destaca el UNICEF, “la caída de los salarios se traduce en una mayor desnutrición”.

    El gasto en salud por habitante se ha reducido en la década de los ochenta en tres cuartas partes de los países de África y América Latina y ahora comienzan a ser visibles las consecuencias. Se han cerrado centenares de centros de salud y los que continúan abiertos adolecen de escasez de personal y de suministros esenciales. Se han registrado incrementos de la mortalidad infantil en algunas partes de África y de América Latina. La incidencia del bajo peso al nacer, un sensible indicador del bienestar de las mujeres, ha aumentado en siete de los quince países para los que se dispone de datos recientes.

    La infancia también ha pagado la deuda externa del Tercer Mundo con la pérdida de su única oportunidad de acceder a la educación, señala el UNICEF. El gasto per cápita en enseñanza básica se ha reducido aproximadamente un 25% en los últimos diez años en los 37 países más pobres del mundo. En uno de cada cinco países en desarrollo, de hecho ha disminuido el número de escuelas, y en dos de cada tres de ellos, el gasto por alumno es inferior ahora que en 1980.

    “La terrible injusticia de lo que está ocurriendo está pasando inadvertida”, destaca el UNICEF, “encubierta por el análisis económico, disimulada bajo el respetable ropaje del vocabulario financiero”.

    “La sombra de la crisis seguirá proyectándose sobre la próxima década y nuevamente se sacrificarán en el altar de la deuda externa la vida, la salud, el desarrollo y la educación de millones de niños en los años noventa”. Esta llamada patética del UNICEF obliga a la reflexión de los gobernantes.

  17. Situación social y nutricional en Venezuela
  18. No es fácil hacer un diagnóstico preciso sobre la situación actual en Venezuela. De hecho existe un desfase de al menos dos años entre los indicadores económicos y los sociales. Hay que admitir que el impacto social de medida económica requiere un tiempo, tanto si es positivo como negativo, pero un desfase de dos o más años no está justificado. El retraso en la actualización de los indicadores sociales se debe principalmente a la ausencia de un banco de datos en el área social comparable a la que existe, por ejemplo, en el Banco Central, con los indicadores económicos. Por otro lado el indicador económico por lo general muy objetivo y si es desfavorable no produce tanto malestar como un indicador social.

    A pesar de los intentos no tenemos un indicador global que recoja el conjunto de los indicadores sociales.

    Recientemente la Dra. María Helena Jaén ha elaborado un informe para la Fundación Cavendes acerca de varios indicadores. Del conjunto del informe se deduce que Venezuela se ha detenido. Los indicadores sociales, como mortalidad infantil, mortalidad materna, deserción escolar, y otros que venían teniendo durante los últimos 50 años una tendencia fuertemente descendente, es decir, muy favorable, de repente, en 1987-89, la tendencia se desacelera, se quiebra la inclinación, hasta hacerse casi plana. Es como si Venezuela se hubiera detenido con un frenazo violento.

    El panorama es todavía peor en los indicadores nutricionales, ya que la tendencia favorable que venía sosteniendo hasta 1980, no sólo se ha desacelerado sino que se ha iniciado un repunte desfavorable.

    Tal sucede con la disponibilidad de alimentos que ha disminuido desde 2.500 calorías por persona/día en los años 1980-1984 a menos de 2.200 en 1989.

    Lo mismo ha ocurrido con los niveles de consumo, en encuestas realizadas en los barrios populares de Caracas que han descendido de 2.100 a menos de 1.900 por persona/día, valor muy inferior a los requerimientos normales.

    De aquí que las cifras de desnutrición en niños menores de 15 años, según el INN, hayan aumentado en 1989, y que la mortalidad por desnutrición en niños de 1 a 4 años, se haya incrementado en 1988 y 1989.

    Hay pues, no solamente una desaceleración en las tendencias de mejoría de ciertos indicadores sociales, sino que se ha producido una inflexión negativa en los indicadores nutricionales que tradicionalmente había venido mejorando. Creo que no es ninguna exageración afirmar que han comenzado a aflorar signos de un franco deterioro biológico.

    Es posible que haya llegado el momento de preguntarnos si hay que esperar a que el deterioro biológico se haga más visible para pensar en la necesidad de flexibilizar ciertas medidas.

  19. Los programas sociales en Venezuela
  20. Para compensar los efectos que las medidas económicas puedan ocasionar en la población, especialmente a los de bajos recursos, el gobierno nacional ha establecido una serie de programas sociales, con un grado de ingeniosidad e imaginación que es necesario subrayar, tanto por su cantidad como por su calidad. Todo será poco para compensar los desarreglos causados por los ajustes.

    Entre estos programas, desearíamos destacar por su importancia en el campo de la nutrición, el PAMI (Programa Alimentario Materno Infantil) que ha sido iniciado en el estado Trujillo.

    El objetivo central es aumentar la cobertura de Atención pre-natal e infantil en los centros de salud. La idea no es nueva, ya que el INN en 1950 inició un programa similar, que no cumplió sus objetivos, por falta de recursos, lo cual incidió negativamente en la estabilidad y continuidad del programa. Hoy los recursos externos, y la gestión novedosa garantizan el éxito, a pesar del riesgo de duplicar esfuerzos y crear una estructura organizativa paralela a la existente.

    También es novedoso el programa de la Beca Alimentaria, el cual significa una redistribución del ingreso, que para familias muy pobres sería muy significativa. Igualmente interesante son la Beca Láctea, CASA y otros muchos programas en operación.

    Creemos que dichos programas deberían estar complementados por medidas indirectas, a fin de garantizar la adquisición de los alimentos básicos para la supervivencia.

    Es cierto que los subsidios indirectos han sido causa en el pasado de derivaciones indeseables, pero si los subsidios se establecen a 4 o 5 alimentos básicos, los riesgos podrían atenuarse. Por otro lado la experiencia muestra que no hay medida o programa de gobierno que no corra el mismo riesgo, incluyendo a los programas sociales actuales.

    En la lucha contra la pobreza es bueno contar también con políticas invisibles, cuyos beneficiarios no son identificados previamente. Esa invisibilidad la hace menos efectista, pero probablemente más eficaz. Lo más cautivador que tienen los programas sociales es su ejecución silenciosa e invisible.

    Es cierto que en el caso de los subsidios indirectos de 4 ó 5 alimentos básicos, también se benefician las clases pudientes, pero en proporción mucho menor que las clases populares. En el caso de un subsidio el maíz, arroz y frijoles, las clases pudientes se beneficiarían en un 20% de las calorías promedio de consumo y las clases populares se beneficiarían en un 60% o más de las calorías de consumo habitual. Si se tiene en cuenta que las clases pudientes son una minoría, la argumentación se refuerza.

    Como se señaló en la reciente conferencia de Gerencia 90, cuando la pobreza supera más de la mitad de la población el problema no se resuelve con programas sociales, sino económicos (Purroy 1990).

    Creo en resumen que los subsidios indirectos de unos pocos alimentos básicos son un buen complemento de los programas sociales vigentes.

    Hoy corremos el riesgo de que haya desaparecido el temor a formas de gobierno extremistas, predominantes en la Europa del Este durante 70 años, y caigamos en un capitalismo exagerado, donde sólo la competencia del libre mercado sea lo permisible.

    Una vez más la ley del péndulo se mueve excesivamente hacia un lado. Seamos pragmáticos y busquemos un equilibrio social, sin mitos, sin definiciones dogmáticas, sin prepotencias, porque la historia sigue su curso en búsqueda de la verdad.

    ¿Y dónde está aquel Estado de Bienestar que se había ideado al final de la segunda Guerra Mundial? Veamos.

  21. Filosofía del estado de bienestar
  22. En los países democráticos del mundo libre surgió a raíz de la II Guerra Mundial la idea de crear una sociedad libre de la angustia del mañana. Se preconizó una sociedad en la que se garantiza una alimentación adecuada, así como los servicios básicos: educación, salud, vivienda, empleo y una vejez sin incertidumbres. Muchos ideólogos del socialismo humanista, de la Social Democracia y de la Democracia Cristiana adoptaron la filosofía del Estado de Bienestar, en sus puntos esenciales.

    El estado de Bienestar se entendió como un conjunto de actuaciones públicas tendentes a garantizar a todo ciudadano de una nación, por mero hecho de serlo, un nivel de vida mínimo para todos los ciudadanos.

    En América Latina la idea de un Estado de Bienestar estuvo siempre en la mente de destacados dirigentes políticos, y estuvo incluso en muchos programas electorales, pero nunca fue realmente implantado en ningún país de la Región. Fue una meta utópica, una aspiración frustrada, aunque siempre se mantuvo como una esperanza posible. Hubo políticas proteccionistas aisladas, subsidios tal vez exagerados e innecesarios, excesiva participación estatal en la vida económica, pero nunca se logró implantar un Estado de Bienestar como se había logrado en varios países de Europa.

    Sin embargo, en Europa, y en la ideología dominante a nivel mundial se está dando la sustitución del paradigma del Estado Bienestar por el viejo dogma del paradigma de Estado Liberal, mejor dicho, de un Estado neo-liberal.

    Se da la triste paradoja en esta sociedad dual-antagónica con la del Estado de Bienestar que frente a los que no tienen tiempo para consumir todo lo que pueden comprar se hallan todos aquellos que no tienen tiempo para ganar lo que necesitan gastar.

    La invasión actual de las ideas neo-liberales lleva al poder a gobiernos empeñados en recortar la presencia pública, anulando al Estado de Bienestar, y fomentando una mayor responsabilidad al libre juego de la oferta y la demanda, aun para los bienes más esenciales como pueden ser cuatro o cinco alimentos básicos, que pueden proporcionar la mínima energía vital para la supervivencia.

    Es cierto que el Estado de Bienestar, o en las formas aproximadas o cercanas a él, han existido excesos y posiciones paternalistas abusivas, pero la solución no puede consistir en abolir totalmente la inmensa capacidad de búsqueda de la equidad y una razonable felicidad a todos los ciudadanos, y menos se puede sustituir abruptamente el anhelo y el derecho de subsistir por la incertidumbre de hoy y de mañana. Hay vías para establecer una economía de mercado neo-liberal con los productos secundariamente vitales, que son la mayoría por cierto, y garantizar con una regulación razonable un control de precios a cuatro o cinco productos básicos, y a pesar de que el Estado de Bienestar se vio envuelto en cierta controversia ideológica, hasta principios de la década de los setenta había un consenso a nivel de los países libres en el sentido de ser deseable y posible como forma de organización social.

    Es decir, el Estado de Bienestar parecía ofrecer una atractiva y efectiva “vía intermedia” en el capitalismo liberal y el socialismo burocrático y dictatorial del Estado, o comunismo.

    Es forzoso reconocer que el Estado de Bienestar se confundió en muchos países con un paternalismo de Estado, y sobre todo se vio envuelto en una corrupción sin precedentes.

    La crisis del Estado de Bienestar se hizo patente con la elección de gobiernos conservadores en Gran Bretaña y en los Estados Unidos alrededor de los 80. Se rompió entonces el consenso sobre el Estado de Bienestar, y en lugar de ajustar los programas y la intervención del Estado a sus justos límites, y luchar contra la corrupción, se decide por un cambio radical de estrategia dejando a los pobres que estaban mal vestidos, desnudos. Las políticas de la Thatcher y de Reagan derrumbando el Estado de Bienestar.

    No parece, a nuestro juicio, grave que el mundo en desarrollo se hayan introducido medidas y ajustes económicos para lograr el crecimiento deseado; lo preocupante es que se haya perdido el norte social, el derecho a la equidad, la garantía de mantener un nivel de vida mínimo y una vejez sin incertidumbres.

    Lo que nos preocupa no son las medidas que se tienen que ir adoptando para lo que se viene llamando “sinceración de la economía”, que en muchos casos pueden ser necesarias; lo preocupante es el salto desde un ideal posible que nos comprometía a todos en la búsqueda de soluciones en lucha contra la pobreza, a un norte indefinido o no comprometido socialmente, dejando a los poderes libres del mercado el ajuste espontáneo del bienestar.

    Tal vez fue un acto de solidaridad humana como resultado de las terribles calamidades de la segunda Guerra Mundial, además de la difusión de la teoría Keynisiana y de las ideas del Berveridge, el padre de la Seguridad Social británica, pero fue en su conjunto un acto de fe y esperanza.

    Hoy el Estado de Bienestar atraviesa una grave crisis, pero en lugar de proceder a una revisión de las fallas y abusos, se aboga por su eliminación. Los gastos sociales, dicen son una pesada carga que impide la creación de riqueza. Volvamos pues, dicen, a las leyes del mercado, y organicemos para los pobres unos cuantos programas para frenar su desesperación, aun cuando los pobres sean la inmensa mayoría.

    ¿Qué es lo que queremos decir? Como aficionado a los problemas sociales simplemente dos o tres cosas acaso ingenuas:

    Primero que una política neo-liberal en economía puede establecerse cuando la población cuenta ya con garantías de supervivencia, y dispone de Seguridad Social de cobertura universal, una atención médica gratuita y razonable de buena calidad, con una educación gratuita garantizada y una expectativa de vejez sin incertidumbres. Asegurada la supervivencia es posible la economía de mercado.

    La segunda consideración es que son casos muy distintos la de los países con un bolsón de pobreza de 10 o 15% (Europa, EEUU, etc) y los países con 60 o 70% de pobreza, en mayor o menor grado.

    Los programas de protección directa (bonos, distribución de alimentos, becas, etc) a la población pobre son factibles en el primer caso; en el segundo caso se transforman en programas de una gran complejidad logística.

    Y en tercer lugar, no creemos que cambie la filosofía esencial de una economía liberal, subsidiar 4 alimentos básicos que puedan proporcionar un 60 ó 70% de calorías necesarias.

    En definitiva, todos tenemos el deber de contribuir con nuestro trabajo a crear la riqueza de la sociedad en que vivimos pero todos incluso los que no contribuyen porque no pueden tenemos el derecho a subsistir dignamente, con un mínimo de decoro. Este principio es un derecho individual irrenunciable y un deber de la sociedad insoslayable.