Editorial

El tránsito entre dos siglos que nos toca vivir, nos obliga a reflexionar sobre lo hecho en el reciente pasado y qué proyectos tenemos por delante para llenar los vacíos programáticos.

No todo ha sido malo en las últimas décadas. Enumeremos algunos hechos positivos: la multiplicación de profesionales dedicados a la nutrición, el incremento de centros de investigación-acción; el exitoso programa de fortificación de cereales; el PROAL; la elaboración de una serie de líneas normativas (valores de referencia) en diversos temas (requerimientos, composición de alimentos, crecimiento y desarrollo; guías de alimentación; metas nutricionales; hojas de balance de alimentos, etc); promoción exitosa de la lactancia materna, haber alcanzado en mortalidad infantil cifra inferior a 20; etc.

Son hechos positivos incontestables realizados en unas pocas décadas del siglo XX.

Entramos ahora al siglo XXI con la obligación de llenar muchos espacios vacíos. El más urgente probablemente es el de ponernos al día en ese mundo nuevo de los alimentos funcionales, así como de los transgénicos y de otras manipulaciones genéticas.

En segundo lugar habría que revisar todo ese mundo de los programas de alimentación suplementaria y ver la forma de cómo transformar lo que algunos denominan “la bala mágica” en programas estables, estructurales y realmente dignos de la condición humana.

Un tercer espacio por llenar es el de la nutrición comunitaria, es decir la acción directa con las familias, que incluye un trabajo extra-mural, que sólo puede hacerse contando con un medio de transporte adecuado para el personal responsable del Centro de Salud. Esta acción directa –persona a persona– es esencial en un programa educativo que pretenda influir en los hábitos de vida de la familia. Un mejor conocimiento de los problemas comunitarios exige una mayor mobilización del personal profesional activo de la propia comunidad.

Un cuarto y último espacio por llenar es el unir los estudios de la desnutrición con los aspectos dietéticos de las enfermedades crónicas degenerativas, ya que hoy sabemos, por los estudios de Barker, que los niños nacidos de madres desnutridas y los niños desnutridos a temprana edad tienen un riesgo más precoz y más severo de contraer enfermedades crónicas degenerativas, como diabetes, hipertensión y enfermedad coronaria. Todos los países en transición están pasando por este fenómeno, aparentemente paradójico.

Anales Venezolanos de Nutrición: ha pasado en el último año 2.000 por una serie de vicisitudes, pero a pesar de ello, continuará ofreciendo semestralmente el caudal científico e informativo de nutrición en Venezuela.

José María Bengoa